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Impresionado por la belleza de la iglesia del monasterio de lo | La religión en el Nacional Socialismo

Impresionado por la belleza de la iglesia del monasterio de los Benedictinos, en la que participaba en su coro y como monaguillo, Hitler soñó por un instante en convertirse en monje Benedictino. Y fue por entonces también, cuando cada vez que atendía a la Misa pasaba por debajo de la primera esvástica que jamás vio: estaba tallada en el escudo de piedra de la puerta de la abadía. El padre de Hitler, un funcionario de aduanas, quiso que el chico siguiese sus pasos. Su tutor le animó a que se convirtiese en monje. Por el contrario, Hitler más bien escapó a Viena. Y allí, frustrado en sus aspiraciones artísticas debido a los mediocres burócratas de la academia, pasó al aislamiento y a la meditación. Perdido en la gran capital del Imperio Austrohúngaro, se dispuso a buscar su destino. Al cumplirse los primeros 30 años de su vida, el 20 de Abril de 1889, el nombre de Hitler no le decía nada a nadie. Había nacido ese día en Baunau, una pequeña ciudad en el valle de Inn. Durante su tiempo en Viena pensó asiduamente en su modesto hogar, y particularmente en su madre. Cuando ésta cayó enferma, volvió a casa para cuidar de ella. Durante semanas la asistió, hizo todas las labores del hogar, y la apoyó como su hijo más querido. Cuando finalmente murió, en Nochebuena, su dolor era inmenso. Abrumado por el pesar, la enterró en el pequeño cementerio. "Nunca he visto a nadie tan abatido por el dolor", dijo el médico de su madre, que curiosamente era judío.

~ Léon Degrelle. - "El Enigma de Hitler"