2024-01-05 14:29:13
¿Fácil?... Pero ¿¡en qué estaría yo pensando!? Por diversas causas, es la obra más difícil y que más dificultades me ha supuesto. Además, junto a este proceso faraónico, no dejan de llegarme peticiones, proyectos y nuevas rutas. Y, claro, para seleccionar (no puedo llegar a todo, ¡sólo soy una humana!), preciso de un tiempo de observación y análisis. Y de calma absoluta.
¿Hacia dónde ir ahora? ¿Qué dejar atrás y qué elegir para continuar el camino? ¿Cómo ayudar mejor a mis semejantes? ¿Realmente necesitan de mí? Mirad, os comparto cuál es la clave de lo que me está ocurriendo: siento un rumor interior, una voz latente que vengo aplacando una y otra vez con el fin de cumplir con lo que ya tenía empezado y comprometido. Pero, no hay forma… Ese rumor ya me grita desesperado. Pide toda mi atención, con lo que he acabado por entender que el mensaje que ha de ser oído por mí, y que me empeño en silenciar, debe ser muy importante.
Y sólo deteniendo mi marcha, parando mis pies sobre la Tierra y mirando al Cielo, podré escucharlo, reflexionarlo e interpretarlo. Con el fin de que sea para el bien de mi misión vital, que, para mí, es ayudar, necesito un tiempo de desconexión. Un tiempo para escuchar esa voz interior que clama con ahínco, con ardor. Escuchar a mi alrededor y escuchar ese mensaje que, no sé si proviene del Cielo o de mí misma, pero que se empeñan, por mil vías y formas, de que lo atienda. Es por ello por lo que estaré unos días desconectada de mis canales de Instagram, Telegram, X y Tik Tok. Y si os he de ser sincera, lo que siento en este preciso momento es que no sé si regresaré a las redes. O tal vez sienta el impulso de publicar algunos días… Hoy sólo sé que no sé nada. ¡Ja, ja, ja! Hasta que no entienda el mensaje, cualquiera sabe lo que ha de pasar…
Lo que sí sé es que necesito un poco de tiempo para pensar pero, sobre todo, para sentir el Corazón de la Tierra. Para observar y tocar. Para reír y, tal vez, para llorar. Yo suelo llorar mucho de alegría. Y creo que necesito esas lágrimas que hace tiempo que no caen por mis mejillas. Así que no os preocupéis por mí porque yo seguiré leyendo los mensajes que me enviéis, todos los días. Además, los leeré con mayor deleite, con regusto, con felicidad. Y me concederé el tiempo para llorarlos y reírlos durante toda una mañana, una noche o una semana. ¡Qué felicidad! No olvidéis que vuestros mensajes también me ayudarán a reflexionar. A pensar. A seguir amando a esta loca humanidad. No os preocupéis porque estoy aquí. El amor que fluye por mi corazón es indestructible. Porque no es solo mío, no proviene solo de mí. Seguiré aquí pero sintiéndoos con nuevos ojos, nuevos mundos, nuevos caminos, nuevos amores. Os quiero mucho. Muy pronto volveré a escribiros. Muy pronto. Que el Dios del Amor os bendiga a todos y que los Magos de Oriente os traigan… ¡muchos libros!
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