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EL SACERDOCIO Y EL CELIBATO El celibato sacerdotal es para la | Apologética 1 Pedro 3, 15

EL SACERDOCIO Y EL CELIBATO

El celibato sacerdotal es para la Iglesia Católica un don precioso de Dios a Ella por el cual debemos rezar constantemente

El debate público sobre el celibato sacerdotal puede desembocar en críticas contra este don en los medios de comunicación y en una sociedad “cada vez más secularizada que excluye progresivamente a Dios de la esfera pública” (cf. Benedicto XVI, Audiencia al congreso teológico, Roma 12 de marzo del 2010).

¿Por qué el sacerdote católico es célibe? ¿Por qué renuncia al amor de una mujer o a la posibilidad de tener hijos? El celibato es considerado hoy por hoy como algo “anti-natural”. Frente a algunos casos de pedofilia, el matrimonio del sacerdote se propone como solución al problema. Desde una perspectiva “pastoral”, algunos sugieren la eficacia apostólica del sacerdote casado como guía y compañía efectiva de los matrimonios.

Las soluciones a estos interrogantes sobre el celibato sacerdotal se pueden desarrollar desde dos perspectivas: una cristológica y otra socio-psicológica.

En la dimensión cristológica, ante la pregunta ¿por qué el sacerdote católico es célibe?, se puede dar una respuesta sencilla y razonable partiendo del hecho de que Jesucristo no estaba casado y no tenía hijos, y es justamente Cristo el modelo que el presbítero está llamado a imitar como discípulo del Señor. En Cristo, en su personalidad carismática y en su capacidad para convencer, encontramos individuada la razón profunda del celibato sacerdotal.

Los Evangelios no hacen una mención explícita al hecho de que Jesucristo no tuviese esposa ni hijos. Por esta razón el profesor Stefan Heid, del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, afirma que el celibato de Jesús tiene sus raíces en la persona divina de Cristo y en su mensaje salvífico. El profesor Heid justifica su tesis desarrollando cuatro argumentos al respecto (cf. Congreso teológico, Roma 12 de marzo 2010).

1- La continencia estaba imprescindiblemente ligada a la espera del Mesías: el pueblo judío en la época de Jesús consideraba la espera del Mesías y los tiempos mesiánicos como una realidad casi palpable. Era inconcebible que el Mesías estuviese casado. Ser el Mesías y ser el Hijo de Dios por sí mismos excluían el matrimonio. Los hijos de Dios no han sido generados de sangre ni de carne (Mt 16,17; Gn 1,12-13). Jesús vivía célibe y animaba a sus discípulos a hacer lo mismo por amor al Reino de los cielos (Mt 19,12). Jesucristo se reveló como Mesías. El celibato por lo tanto pertenecía a la misión escatológica de Cristo.

2- La continencia estaba inseparablemente ligada al pensamiento del martirio: Jesucristo murió como un mártir de la verdad en la cruz por la expiación de los pecados del mundo. Era inconcebible que tal redención pudiese venir de un hombre casado porque el sacrificio expiatorio consistía, precisamente, en la libre aceptación de la muerte, o sea en la renuncia a la propia vida. Al matrimonio, por su parte, pertenece la transmisión de la vida en la generación de los hijos. Desde esta perspectiva, el matrimonio no implica una renuncia a la vida sino que es ofrecer el don de la propia sangre a las generaciones sucesivas. Quien genera hijos vive en ellos de modo físico.

3- La continencia estaba inseparablemente unida a la esperanza de la Resurrección: la Resurrección revela que la verdadera plenitud de vida no se obtiene a través de la procreación física sino a través de la Resurrección. La salvación no viene a través de la descendencia del cuerpo (Mt 3,9) sino a través del Espíritu Santo (Mt 3,11). Los saduceos, que no creían en la resurrección, quieren probar a Jesús presentándole la dificultad de imaginar la resurrección de parejas casadas. En la resurrección ¿qué mujer pertenecería al hombre que se casó varias veces? Jesús responde: “En la resurrección, ni los hombres ni las mujeres se casarán sino que serán como ángeles en los cielos” (Mc 12,25). La continencia era un signo de la Resurrección. Por esta razón era imposible pensar que el Primero en resucitar de entre los muertos fuera casado.