Conocí de primera mano el caso de dos monjitas de Ecuador que | EL AULLIDO CANAL Fernando López-Mirones

Conocí de primera mano el caso de dos monjitas de Ecuador que se fueron a la zona más paupérrima de Kenya, que ya es decir, donde los autóctonos eran/son rechazados hasta por los de su propio país.

Ellas dos solitas (e inspiradas por el Espíritu Santo, que les proveyó a través de almas generosas y después, ya sí, apoyadas por iniciativas particulares más o menos grandes) han conseguido en unos pocos años ayudar a más de 25.000 personas (¡Y no es exageración! Está comprobado) con escuelitas, dispensarios, pozos de agua potable, recogiendo moribundos de los caminos abandonados por sus propios familiares, preparando a futuros profesionales que hoy por hoy siguen su labor en Turkana, etc etc, y en el aspecto espiritual consiguiendo conversiones y vocaciones a la vida consagrada. Muchas veces se han encontrado en peligro de muerte, literalmente, ya amenazadas por intereses espúrios, ya por las terribles condiciones en las que por allí se viven. Y jamás claudicaron.

Todavía no he visto ningún reportaje ni documental sobre ellas ni sobre otros misioneros católicos de ese calibre, trabajando y ayudando en silencio en las zonas más conflictivas del mundo.

Lo mínimo que merecen son nuestras oraciones, porque son las únicas que pueden llegar a donde nosotros no llegamos.

Bendiciones.