Get Mystery Box with random crypto!

​​Giles de Rais En medio de la guerra de los Cien años entr | ♠️♥️ 𝕰𝖑 𝖇𝖆𝖚́𝖑 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖉𝖆𝖙𝖔𝖘 ♣️♦️

​​Giles de Rais

En medio de la guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra, Gilles de Rais destacó por su crueldad y temeridad en batalla cuando todavía era un adolescente imberbe. La compañía que él dirigía se hizo célebre por encabezar las cargas de caballería más temerarias y, con ello, se ganó el aprecio del Delfín de Francia.
Cuando Juana de Arco reclamó al Delfín Carlos, en 1429, un ejército para liberar Orleans, bajo el asedio inglés, fue Gilles de Rais quien encabezó a los 10.000 soldados reales. Su cadena de victorias le valió el nombramiento de Mariscal de Francia y una heroica asociación con Juana de Arco solo interrumpida por su captura a manos de los ingleses.

El Mariscal de Francia se convencía de que aquel mundo de intrigas palaciegas no era el suyo. Su violencia iba a carecer de esas sutilezas palaciegas.
Los rumores de niños desaparecidos se extendieron poco después de que el Mariscal regresara a Champtocé. El aprendiz de un curtidor, de 12 años de edad, desapareció de la faz de la tierra cuando debía entregar un mensaje en el castillo de Gilles de Rais. Al preguntar el curtidor por su aprendiz, el señor de la comarca afirmó que el muchacho había sido raptado en Tiffauges por unos salteadores. Una explicación que se haría habitual cada vez que alguien llamaba a la puerta de las posesiones del noble francés buscando a su aprendiz, su mozo, su nieto o su hijo.

Asediado por las preguntas, el militar y noble francés reconocería más tarde que sí había raptado a niños, pero que lo hacía por orden del Rey para entregárselos a los ingleses y educarlos como pajes. Por supuesto era mentira. Una vez en su poder, los criados se ocupaban de vestir a los niños con prendas lujosas y los sentaban a cenar con el señor y sus sádicos invitados. Tras el banquete, Gilles de Rais y sus acólitos embriagados se retiraban con los menores a una sala preparada para el horror. El noble francés y sus hombres torturaban y violaban a los niños hasta la muerte. Si el muchacho gritaba lo colgaban del cuello y De Rais lo violaba en esa postura. La mayoría de los niños acababan la noche decapitados, desollados e incluso descuartizados.

La necrofilia del noble, a veces, alargaba la velada hasta más allá de la muerte de los muchachos. Así ordenaba que se les abriesen los cuerpos y disfrutaba con la visión de sus órganos internos. Un superviviente de aquellas orgías de muerte, al que perdonó la vida en honor a su belleza, narró cómo «una vez muertos, besaba a los niños; solía tomar las cabezas y las extremidades más hermosas, las levantaba para admirarlas y lloraba lamentándose de lo sucedido».
Dicho y hecho. Gilles de Rais y sus cómplices fueron condenados a la horca por un tribunal eclesiástico y a que sus cuerpos fueran quemados hasta que de ellos solo quedasen cenizas.

El 26 de octubre de 1440, el Mariscal necrófilo fue ahorcado en Nantes. Desde el patíbulo, antes de que se ejecutara la sentencia, confesó públicamente sus crímenes y dio un discurso sobre los peligros de una juventud disoluta. Sus palabras, sin embargo, no convencieron a la muchedumbre que había asistido solo para maldecir a aquel monstruo durante su ejecución.