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No sé si coincidís conmigo, pero escuchando emisoras de aquí y | Filosofía y diseño

No sé si coincidís conmigo, pero escuchando emisoras de aquí y de fuera me da la sensación que es mucho más moderno el diseño de sonido de muchos programas que el contenido musical de esos programas.

Las cortinillas, los separadores, los avisos muchas veces son magníficos. Y luego la programación…

Con ese diseño de sonido pasa algo semejante a la publicidad de los años 80, cuando se decía que lo mejor de la televión eran los anuncios.

Pero eso no es necesariamente malo. Lo malo es no ser consciente de ello y, por tanto, acabar como ha acabado la publicidad, sumida en la mediocridad general de la televisión.

Quizá ese sea uno de las exigencias éticas que debería cumplir quien diseña con sonido.

Y digo esto porque ahora se habla mucho de diseño de sonido, debido a las oportunidades que abren los asistentes de voz.

Y ahí también hay mucho que rascar.

Quien diseña sonido debería luchar contra tres tendencias conservadoras del medio.

. El conservadurismo funcional.
. El conservadurismo formal.

Y sobre todo:

. El conservadurismo social y político.

El primero obedece a algo así a un uncanny valley auditivo, limitamos a las máquinas para que sean reactivas.

El segundo, a la extraordinaria tendencia a la normalización de las voces, siempre en registros conservadores: mujer, joven, occidental…

Y lo mismo sucede con eso onírico que desde que Eno diseño el ruidito de encendido de Windows se ha apoderado como onomatopeya única de la máquina

Ambas, las voces normalizadas y los efectos abstractos, producen una especie de incorporeidad de la máquina, casi convertida en un ser angelical.

Un segundo, que se me ha ido el santo al cielo. Retomo el hilo.

Y la tercera, resultado de las dos anteriores, porque las interacciones con la máquina se limitan a una. Sólo hay una forma de hablar a la máquina; sólo tienes una forma de hablar. Limitando el discurso limitan los modos de contarte el mundo.

Esta, de ser alguna, sería la gran tarea ética de los diseñadores y diseñadoras de voz: ampliar los modos del habla posible.

En vez de hacer del mundo una monoglosia impuesta y administrada por una corporación (que casi ocupa el lugar de la RAE), abrir los modos de expresión (tonales, formales, sintáctivos, etc.) no sólo para situarse a la altura de la heteroglosia que es el mundo, sino para ampliarla

Sólo ampliando los modos de expresión podemos desbordar los límites de lo que somos. Ser más de lo que somos.

Ser menos, que es lo que sucede ahora, es la ambición del fascismo.

Vox no aprecia la diversidad de voces, de expresiones, de sintaxis, de acentos, de entonaciones, de lenguas… Alexa tampoco.