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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 36* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 36*

*LIBRO 1*

*CAPITULO X*


*MUEREN SUS PADRES; TOTAL OFRECIMIENTO* *DE SI EN LA POBREZA*


Habiendo llegado
nuestro José a la edad de 18 años, el Señor, se llevó de este mundo a sus padres. En primer lugar, a su madre, a la cual después de una larga y penosa enfermedad, la purificó, queriendo Dios con ello, purgarla de todas sus faltas para poderla luego enviar al limbo. Esta Gracia Dios le hizo, por las súplicas que continuamente le dirigía su hijo, las cuales eran para que se dignara enviar a sus padres a descansar en el seno de Abraham.
Admirable fue la asistencia y la atención que nuestro José prodigó a su madre, consolándola en sus dolores, y dirigiendo continuas súplicas a Dios de modo que le hubiese dado paciencia en su penosa enfermedad. El Santo Joven vigilaba todas las noches, en parte asistiendo a la madre y en parte orando por ella; y puesto que le había mostrado siempre un gran agradecimiento por todo lo que había recibido de ella, en este último momento de su vida se lo demostró de una manera muy especial, sin abandonarla jamás, ni cansarse nunca de servirla y asistirla con amor verdaderamente filial y santo. Era de gran consuelo para la enferma la asistencia de su hijo, y continuamente lo bendecía y rogaba a Dios para que lo llenara de sus bendiciones. Luego al final de su vida José se postro de rodillas delante de ella y le suplicó para que lo bendijera y lo perdonara por todo aquello que la hubiese disgustado.
La buena madre lo bendijo, y lo exhortó para que no dejara la manera con la cual él hasta entonces había vivido, y creciera siempre más en el amor y servicio de su Dios; le agradeció por la asistencia y atención que le había prestado y lo mismo hizo el hijo hacia ella. Le dijo también que se muera en paz, porque él esperaba con toda certeza que su alma habría ido al limbo, entre los Santos Padres. La madre se consoló mucho, por las palabras que le dijo el hijo, y suplico a Dios para que lo bendijera y con su bendición confirmara la que ella le había dado; y Dios para demostrar que cumplía con su petición, le hizo ver una luz muy clara resplandecer en el rostro de José, de lo cual quedo muy con solada, y junto con el hijo, dio gracias a Dios del favor dispensado.
Luego la enferma se agravó mucho, y al ponerse en agonía, su hijo nunca la dejó, asistiéndola hasta el último respiro con gran generosidad y fortaleza de ánimo; y no solo asistía a la madre, sino que iba consolando también a su padre, el cual se encontraba muy triste por la pérdida de tan buena compañera.
( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*