2022-06-06 15:25:25
Puedes ser todo lo optimista que quieras.
Al mismo tiempo, si manejas información responsablemente, no puedes silenciar que sigue habiendo centenares de presos políticos, muertes por hambre y enfermedades evitables, una crisis instalada que nos tiró al sótano de las economías del continente y una de las mayores oleadas migratorias que se hayan visto de este lado del mundo.
El optimismo no puede ser llevado al punto tóxico o cínico de negar la pobreza fuera de la burbuja, que es tan ruda; ni de reírse de las víctimas de crímenes de lesa humanidad, que esperan justicia; o ignorar a los millones de venezolanos que no tienen servicios básicos garantizados, un monstruo más grande que la capacidad de resolver que tenga cada quien.
Tampoco se trata de levantar una oleada de rechazo al bienestar, o de causarle el síndrome del sobreviviente a los que no cayeron en la lona. Sobre todo porque si no fueron responsables, no es su culpa. Siempre habrá razones para celebrar y seguir creciendo aún en este contexto. El asunto es que hay muchísimas tragedias en simultáneo.
¿No las vamos a escuchar?
La idea es que no se nos haga paisaje el drama humanitario. Mucho menos compremos la frase de: "es pobre el que quiere".
Venezuela vive las consecuencias de una crisis por diseño que empobreció masivamente a la población. Bien por los que se han podido recuperar rápido, pero no todos podrán con estas condiciones.
¿Qué van a hacer?
¿Le van a decir a toda la gente que trabaja en educación que se "reinvente" porque eso no da ni va a dar en el corto plazo? ¿Y entonces quién educará?
¿Se van a "volver emprendedores" los millones de pensionados? ¿Cómo?
Los problemas en realidad son complejos.
Vivimos controles económicos que fueron destructivos: El control de precios, el control de cambios, los de importaciones, distribución y consumo. Que no se nos olviden para que no se repitan.
Algunos se han dejado de aplicar y la economía ha respirado un poquito o se ha abastecido... pero después de caer por debajo de Haití en pobreza.
Tras la destrucción por decisión oficial no tenemos la misma capacidad de levantarnos. Ni de cerca. La crisis está instalada en el foso y por eso cualquier iniciativa pequeña parece un gran crecimiento, pero se necesita más para recuperarnos. Para empezar: democracia. Porque sin estado de derecho, la economía seguirá siendo caníbal.
Estos últimos tres años ha crecido económicamente solo una pequeña parte del país. El resto sigue sin tener respuesta ni una ruta para ser productivos. Ya circulan las divisas, hay anaqueles llenos, pero todavía no está claro por dónde le entra el agua al coco en un país que perdió más del 80% de su producto interno bruto.
En el "sálvese quien sepa", muchos quedan por fuera. Y así no es.
Al menos no para quienes toman decisiones, influyen en la vida pública y tienen una mayor responsabilidad sobre lo que nos ocurre a todos.
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