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Eran las tres de la tarde de aquel 2 de enero. Los reyes de Ca | 𝕄𝕒𝕥𝕣𝕚𝕒

Eran las tres de la tarde de aquel 2 de enero. Los reyes de Castilla y de Aragón entraban triunfantes en la ciudad. En lo más alto de la más alta torre de la Alhambra ondeaba el pendón de Castilla y el estandarte de Santiago. Aquella tarde concluían ocho siglos de Reconquista.


A los pies de la ciudad, el ejército cristiano contaba con algunos de los mayores Héroes que ha dado nuestra Historia. Allí se encontraría nuestro Gran Capitán, ejemplo de caballero español y precursor del que sería durante siglo y medio el mejor ejército del mundo: los tercios españoles. 


También formaría en aquel campamento Hernán Pérez del Pulgar, quien habría dirigido y protagonizado algunos de los primeros golpes de mano llevados a cabo por un comando de "operaciones especiales" de la historia. El que habría clavado con sus propias manos aquel cartel con un desafiante "AVE MARÍA" nada menos que en las puertas de la mezquita de Granada, poniendo en jaque a toda la guardia mora y prendiendo fuego los mayores tesoros de Boabdil. 


O Francisco Ramírez de Oreña, el capitán de artillería que llevaría a la victoria al ejército de los Reyes Católicos. Y cuya esposa, Beatriz Galindo, demostró un notable talento e inteligencia. Conocida como "la latina" por su dominio de la gramática, de hecho da nombre, a día de hoy, a un castizo barrio madrileño.


Una guerra que duraba ya diez años y que había comenzado con la terrible matanza de toda la población cristiana de la fortaleza de Zahara, a manos de los moros. Diez años de guerra y casi ochocientos de Reconquista. De batallas constantes, de una guerra que marcó nuestro carácter en un combate incesante contra nuestro enemigo secular. 


Una guerra imposible de culminar con semejante victoria de no haber sido capaces de aunar nuestras fuerzas como pueblo. El único pueblo europeo capaz de rehacerse y expulsar al invasor después de siglos de sometimiento.


Y de lanzarse, una vez finalizada semejante empresa, a la mayor aventura que había conocido el hombre: la conquista de todo un continente desconocido. La vuelta al mundo. Propagar nuestra cultura por todo el orbe. Y la forja de un imperio. De nuestro Imperio.