2022-08-21 14:42:40
Un día vino alguien a encontrarse con el gran filósofo, y le dijo:
– ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
– Un momento –respondió Sócrates– antes que me lo cuentes, me gustaría hacer tres tamices.
– ¿tres tamices?
– Sí -continuó Sócrates– antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir.
El primer tamiz es la verdad.
- ¿Has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?
– No, sólo lo escuché.
– Muy bien. Así que no sabes si es verdad.
Continuamos con el segundo tamiz, el de la bondad.
- Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
– ¡Ah, no! Por el contrario.
– Entonces -cuestionó Sócrates– quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro que sean verdaderas.
Tal vez aún puedes pasar la prueba del tercer tamiz, el de la utilidad.
- ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?
– No.
– Entonces -concluyó Sócrates
Lo que ibas a contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?
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