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Tras echar las campanas al vuelo a finales de los 80 del siglo | Nuestra América

Tras echar las campanas al vuelo a finales de los 80 del siglo pasado, Legutko fue descubriendo durante la siguiente década que en la recién disfrutada nueva democracia liberal «se iba estrechando significativamente el área de lo que era permisible». ¿Cómo era esto posible?

Empieza nuestro autor por la visión de la historia. La comunista nos ofrece una larga lucha en la que se suceden etapas que llevan a la humanidad hacia el comunismo, constituido en culminación de la historia. Cualquier oposición a este proceso es estúpida, pues este progreso hacia la sociedad comunista es inevitable, y dañina para la humanidad. Para avanzar hasta la sociedad ideal comunista, esta ideología debía penetrar en todas las áreas de la vida: todos debían implicarse en la «construcción del socialismo».

Ahora cambiemos «comunismo» por avance de la libertad y de la igualdad y veremos que los mecanismos de esta visión progresista de la historia son equivalentes. También quien se opone a la misma es malvado o estúpido o ambas cosas a la vez, también la victoria es inevitable, también todos los aspectos de la vida deben de ser penetrados por esta ideología. Del mismo modo que en el comunismo, señala Legutko, «todo aquello que existe en una sociedad debe convertirse con el tiempo en liberal-democrático y ser imbuido del espíritu del sistema». Si en el bloque del Este las familias, las iglesias, las escuelas, las comunidades, las asociaciones culturales e incluso los sentimientos y aspiraciones humanos debían ser «comunistas», ahora deben ser «democráticos».