2022-07-29 19:52:52
La prensa y las fábricas de pensamiento dominantes suelen insistir en la idea de que las élites han concentrado su riqueza con su esfuerzo. No solo eso, sino que es necesario dejar que sigan acumulando y acumulando y que eso beneficiará a la mayoría en seguida. Pero la historia y las estadísticas dicen lo contrario. Veamos
Lo que se conoce como capital es simplemente el fruto de la acumulación histórica y sistemática de plusproducto, es decir, exedente de fuerza de trabajo en forma de mercancía que al pasar por el proceso de circulación en el mercado se convierte en plusvalía y finalmente en capital.
¿Cómo funciona el proceso de producción de plusproducto?
Bajo el régimen de producción capitalista el/la obrero/a se ve obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista, este le ofrece una determinada cantidad de dinero a cambio de una cantidad de tiempo de uso de su fuerza de trabajo, a esto se le denomina sueldo y está diseñado para cubrir las necesidades vitales del/la obrero/a.
Sin embargo, el patrón, por la propia lógica de la acumulación inherente al capitalismo, busca siempre extender al máximo la jornada de trabajo y reducir el tiempo necesario que obreros y obreras ameritan para cubrir los gastos de subsistencia, ese diferencial entre el trabajo necesario para cubrir sus necesidades y el resto de la jornada de trabajo se llama excedente de trabajo. Es en esta parte de la jornada donde se crean el plusproducto extraído a la fuerza de trabajo.
Veámoslo en datos concretos, según cálculos que realizamos a partir del The Global Labour Income Share And Distribution (Informe Global de Participación Laboral en el Ingreso y Distribución) publicado en 2019 por el departamento de estadística de la Organización Internacional del Trabajo, los gastos correspondientes a sueldos a nivel mundial por alrededor de 3250 millones de asalariados ascendió a poco más de 59 trillones de dólares.
Para el mismo periodo, el Producto Interno Bruto Mundial fue de 84.4 trillones de dólares registrados por el Banco mundial, y las inversiones mundiales alcanzaron los 1.8 trillones de dólares para ese año.
Al restar los gastos en salarios al PIB mundial da un superávit de poco más de 25 trillones de dólares, sobre esto último el Informe de Credit Suisse sobre riqueza mundial contabilizo una riqueza lograda para aquel año de 16.7 trillones de dólares, el restante de los 25 trillones poco más de 8 trillones obedece en este caso a pasivos y obligaciones financieras a nivel global.
Por lo tanto, estos 16.7 trillones se pueden traducir en riqueza neta, es decir, lo logrado durante el ciclo productivo de aquel año. El Informe de Credit Suisse deja ver que 14.4 trillones, a saber el 86.5% de la ganancia global, fue acumulada por el 8.6% de la población económicamente activa, poco más de 391 millones de personas.
Esos 14.4 trillones es la plusvalía de los trabajadores convertida en capital, si esta plusvalía se convirtiera en disminución de la jornada de trabajo, la jornada se acortaría en más de 1/3 a nivel global y al mismo tiempo permitiera aumentar en un 30% la remuneración global.
Este mismo ejercicio se puede encontrar en el libro “La Economía Venezolana cuentos y verdades” de la economista Pasqualina Curcio. El estudio revela que poco más de 432 mil propietarios acumularon el 49% del excedente generado en el año 2017 en Venezuela, mientras más de 12 millones de trabajadores recién participaron en el 21% de las ganancias. Nuevamente una trasformación de la plusvalía en mejores remuneraciones habría podido solventar la crisis salarial que atravesaba el país en aquel año. A pesar de que no existen datos recientes que permitan hacer un contraste similar en el presente, nada indica que la tendencia se haya revertido.
Parafraseando a Marx, entre las necesidades antagónicas del/la obrero/a y el capitalista decide la fuerza. Reivindiquemos nuestro derecho a participar de la riqueza social y escribamos en nuestra bandera,
"el trabajo es el auténtico creador de valor".
Tatu
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