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Caminos del Padre Pio

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Los últimos mensajes

2023-05-28 18:57:15 28 de mayo

Tú sabes, mi querida hija, que el remedio que propongo con agrado es la tranquilidad de espíritu; y que prohíbo siempre la inquietud orgullosa. Debes esforzarte por conseguir para tu espíritu, agitado por obra del maligno, este reposo y esta tranquilidad, pensando en el descanso espiritual que nuestros corazones deben encontrar siempre en la voluntad de Dios, nos lleve esta adonde nos lleve. Vive, hija mía, en este valle de miserias hasta que Dios lo quiera, con una total sumisión a su santa voluntad. Esta es la deuda que tenemos con la bondad de Dios, que nos ha hecho desear con gran anhelo vivir y morir en su amor. Esperemos, hijita mía, en este gran Salvador, que nos da la voluntad de vivir y morir en su predilección, hasta que nos dé la gracia de realizarlo.

(28 de mayo de 1917, a Annita Rodote, Ep. III, 108)


28 de mayo

Padre Pío nos dice:

En la vida espiritual uno nunca se queda en el mismo lugar, sino que, o avanza, o retrocede, pero nunca se queda quieto. Entonces no nos quedemos dormidos en los laureles, como se suele decir, y trabajemos por nuestra santificación y por la salvación de las almas.


28 de mayo

No tengamos miedo a la muerte, pero preparémonos concienzudamente pues de este momento depende nuestro destino eterno: Cielo o Infierno. Seamos precavidos.


28 DE MAYO

Ensancha tu alma de gratitud a la Virgen.


Pensamiento n° 148

Sábado 28 Mayo

Nos conviene esforzarnos mucho para llegar a ser santos y servir intensamente a Dios y al prójimo.


28 de mayo

Digame una palabra, Padre. Sé más generosa en el amor.

¿De que manera? Donde hay más sacrificio, hay más generosidad.

Querría dar a Dios la prueba de amor de nuestros mártires. Tal martirio fue un momento de entusiasmo y de dolor, pero el martirio del corazón, soportado todos los días en lucha contra las propias inclinaciones, el mundo, el demonio y la carne, es un continuo gotear que da mucha gloria a Dios.
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2023-05-28 18:56:35 -De los primeros, conservo muy pocos. Algunos me criticaron por escoger, en su opinión, el camino más cómodo, confiando a jesús todos mis problemas; otros decidieron tentarme con halagos para que volviese a salir con ellos.
-¿Qué les diría a los jóvenes como usted?
-Que no tengan miedo a recibir gratis un amor tan fuerte, cuando lo propio de hoy es dar siempre a cambio de algo. Nada hay nada más importante que aceptar lo que el Señor quiere de cada uno de nosotros. No nos engañemos: sólo así se puede alcanzar la verdadera felicidad, aquí... y en el Paraíso.
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2023-05-28 18:56:35 Incorporada por fin al Grupo de Oración, no acabé de encajar del todo, pues no entendía que mis compañeros estuviesen siempre tan contentos, mostrándose caritativos con el prójimo en toda ocasión. Durante siete meses busqué en vano la razón de aquel comportamiento. Llegué incluso a rebelarme, negándome a asistir a más reuniones...»
Eleonora Scutifero todavía recuerda la fecha exacta en que empezó a fraguarse su gran vuelco interior:
«Fue el 16 de julio de 2008, durante una confesión con el padre Carmine, hijo espiritual de don Pierino Galeone. Me hallaba yo entonces de retiro espiritual, en San Giovanni Rotondo, cuando empecé a ver las cosas de otra manera; aunque mi auténtica conversión no se produjo hasta meses después, en Roma.
»Gracias a que muchas personas rezaron tanto por mí, llegué a querer de verdad a Jesús y al Padre Pío. Yo misma pedí también la luz al Padre Pío y finalmente me la dio...».

Ella misma detalla su inesperada conversión:
-Fue repentina, como casi todas -asegura-. Lo vi todo claro al instante, arrepentida de mi vida pasada.
-¿Dónde se produjo?
-En la confesión, durante la cual experimenté una alegría y una paz interior indescriptibles. Dije para mis adentros: «Yo salgo de aquí, pero jamás volveré a dejar a Jesús». Desde entonces, siento constantemente la presencia del Padre Pío.
-Y ahora, ¿cómo ve la vida?
-El mundo, sin Jesús, carece de sentido. Cuando uno está junto a Él, el sufrimiento adquiere todo el sentido. Jesús jamás te abandona. Antes, cuando vivía apartada de Él, estuve al borde de la desesperación pero su infinita misericordia me sostuvo. Desde entonces, procuro dar ejemplo a los demás, mostrándome alegre y caritativa con ellos. Realizo también labores de voluntariado con enfermos en los que siempre hallamos a Jesús.
-¿Sigue teniendo amigos?
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2023-05-28 18:56:35 Y la absolvió.
Aquel día marcó un antes y un después en la vida de Luisa Vairo, que abrazó la oración y la penitencia con el fervor de una novicia.
Una mañana de invierno se la vio trepar, descalza, el repecho que subía a la iglesia. Calada hasta los huesos y con los pies ensangrentados a causa del camino pedregoso, alcanzó la explanada y cayó desvanecida en el atrio.
El Padre Pío la consoló:

-Hija mía, hay que ser prudente hasta en la penitencia...
Y añadió, posando suavemente la mano en su hombro:
-Menos mal que este agua no moja...
Y era verdad... ¡su vestido estaba completamente seco!
Muchos años después, en Roma, conocí a Eleonora Scutifero, una entusiasta calabresa de 28 años, contable de profesión.
Eleonora llegó con 18 años a Roma para estudiar Economía y Comercio en la Universidad. Iba a Misa los domingos, pero sin mucha convicción. Poco a poco fue alejándose de Dios y de la iglesia, hasta sumergirse en la vida mundana: frecuentaba las discotecas con amigos, bebía alcohol, a veces en exceso... Concluidos los estudios, se puso a trabajar. Seguía frecuentando las fiestas de fin de semana. Empezó a salir con un chico, con el que experimentaba placeres efímeros que la sumían finalmente en un gran vacío interior.
Nada la satisfacía plenamente: ni la carrera, ni el trabajo, ni los amigos... ni siquiera su novio, probablemente porque no era la persona adecuada para ella.
«Conocí entonces -recuerda Eleonora- a una chica del Grupo de Oración del Padre Pío, la cual me invitó durante dos largos años a las reuniones, pero yo rechazaba asistir una y otra vez. Hasta que un día, impelida por una necesidad, le avisé. Me acogió con inmensa alegría.
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2023-05-28 18:56:35 Texto #15, PRIMERA PARTE EL GIGANTE. Y«PECES MEDIANOS»

Luisa Vairo era una italiana guapa y rica que acudió a San Giovanni Rotondo atraída, como tantos otros curiosos, por el fenómeno de los estigmas.

Al entrar en la pequeña iglesia, contaba María Winowska, rompió a llorar inesperadamente como una Magdalena. Sus sonoros lamentos ante el Sagrario alertaron a varias hijas espirituales del Padre Pío, quien, advertido por ellas de su presencia, se acercó a Luisa para decirle:
-¡Cálmese, hija mía! La misericordia no tiene límites y la sangre de Cristo lava todos los crímenes del mundo.
-¡Padre, quiero confesarme! -repuso la misma persona que minutos antes se hubiese mofado de semejante disparate.
-Es preciso que se tranquilice -insistió él-. Vuelva mañana.
Luisa Vairo debió pasar toda la noche en vela, haciendo acopio de sus numerosos pecados, pues no se confesaba desde niña.
A la mañana siguiente, arrodillada en el confesonario, se quedó bloqueada sin saber por dónde empezar. El Padre Pío decidió echarle una mano, iniciando el lamentable inventario de su vida. Finalmente, dijo:
-¿No recuerda nada más?
Un escalofrío de vergüenza a punto estuvo de dar al traste con la confesión. Luisa hizo un esfuerzo sobrehumano para añadir:
-Sí, Padre; todavía me queda esto...
-¡Alabado sea Dios! -gritó él, alborozado-. Es lo que estaba esperando.
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2023-05-26 01:51:39
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2023-05-26 01:51:31 *Texto #14,
PRIMERA PARTE EL GIGANTE
OTROS «PECECITOS» ...
Sin ser grandes pecadoras, otras almas renacieron a Dios al candor del Padre Pío. Algunas, como sor Consolata, ya las conoce el lector:
«En mi primera confesión con él -evoca la religiosa- lloré mucho, porque fue la de mi conversión. El Padre Pío me dijo: "El Señor te ha salvado y no te abandonará si tú no le abandonas". Al retirarse del confesonario, era obligado entonces volver de rodillas a pedirle la bendición. Yo habría querido escapar de aquel trance, pero todas las demás mujeres me apremiaron: "¡De rodillas!, ¡de rodillas!" Y de rodillas, con la cabeza gacha, me acerqué a donde estaba el Padre Pío. Al verme, asomó la cabeza fuera del confesonario y, delante de todo el mundo, exclamó: "¡Vaya, os habéis levantado solemnes esta mañana!" Entonces él, que acababa de ser juez, me miró con una sonrisa paternal y colocó su mano sobre mi cabeza, diciendo: "Hoy eres nueva". En verdad, la humanidad del Padre Pío recuerda a la de Juan Pablo II.

» En mi última confesión con él, el mismo año de su muerte, le dije: "Padre, siento otra vez la pasión de la clausura. ¿Sería posible? No quiero desobedecer". Se hizo un gran silencio. Luego, el Padre Pío se aproximó a la puerta y me comentó: "¿Y quién te acompañará? ¿Lo has comprendido todo o no has comprendido nada?" Las cosas sucedieron de tal manera que fue él mismo quien me acompañó al final, tras su muerte.»
- ¿Sigue hablando ahora con él? -le pregunto a sor Consolata.
-Jamás me ha abandonado. ¿Cómo puede pensar eso? -aduce, extrañada
- ¿Y qué le dice?
-Me dice: "¡Pórtate bien!"
Como sor Consolata, la seglar Gianna Vinci decidió seguir también los pasos del Padre Pío. Con apenas diez años se confesó por primera vez con él:
«Pude ver su rostro bellísimo a través de la rejilla -recuerda-. Aquel día quise convertirme en su hija espiritual. Comprendí que entrar en su filiación significaba estar protegida y, sobre todo, ligada a Jesús... Pasado el tiempo, dudé si llevar una vida activa o contemplativa, pero como modo alguno de clausura... Había un joven que deseaba casarse conmigo. Su tía pertenecía a un Grupo de Oración formado por mi madre en Cerdeña, en Sassari. Todos los días venía a la iglesia, pero no se atrevía a acercarse a mí. Yo no entendía por qué. Le dije a Jesús: "¿Por qué tiene que sufrir tanto este chico...?" Finalmente, él fue a hablar con el Padre Pío, pues sabía que yo era hija espiritual suya. Debió de pensar: "Si el Padre dice que adelante, entonces me declararé". Pero el Padre le contestó: "Déjalo estar; haz penitencia". Él ya no quiso regresar a Génova. Telefoneó a su tía diciéndole que no volvería. Todos sus bienes -era muy rico- los cedió a los capuchinos y se hizo trapense en Washington. Me alegré profundamente.»
Gianna no cesa de invocar hoy al Padre Pío para que la ayude a ser siempre fiel a Jesús: «Le hablo con vehemencia y confianza, diciéndole: "Tú que me consideras hija espiritual tuya... ¡provee!"»
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2023-05-26 01:50:31 https://youtube.com/shorts/tCEBET42sOQ?feature=share
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2023-05-25 16:36:36 25 de mayo

Lo que más me lastima, padre mío, es el pensamiento de Jesús sacramentado. El corazón, antes de unirse a él por la mañana en el sacramento, se siente como atraído por una fuerza superior. Tengo tal hambre y tal sed antes de recibirlo que poco falta para que me muera de inquietud. Y precisamente porque no puedo menos de unirme a él; a veces, con fiebre, me siento obligado a ir a alimentarme de su cuerpo y de su sangre. Y esta hambre y esta sed, en vez de quedar apagadas después de haberlo recibido en el sacramento, aumentan cada vez más. Y cuando ya tengo en mí este sumo bien, entonces sí que la plenitud de la dulzura es de verdad tan grande que poco falta para no decirle a Jesús: basta, que casi ya no puedo más. Casi me olvido de que estoy en el mundo; la mente y el corazón no desean nada más; y, con frecuencia y por mucho tiempo, también de forma voluntaria, no puedo desear otras cosas. Pero, a veces, al amor de dulzura viene a unirse también el de estar oprimido de tal modo por el dolor de mis pecados que me parece que voy a morir de pena. También aquí el demonio busca con frecuencia amargarme el corazón con los acostumbrados pensamientos que tanto hacen sufrir.

(29 de marzo de 1911, al P. Benedetto da San Marco in Lamis, Ep. I, 216)

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Padre Pío nos dice:

Lo que sí debemos hacer es rezar, y rezar mucho, porque las pruebas que nos pone el demonio en el camino, y que Dios a veces permite, no siempre nos encuentran bien preparados con la oración.“Reza, ten fe y no te preocupes”.

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Recordemos que vivimos una sola vez y después viene el juicio en donde recibiremos la sentencia eterna: Cielo o Infierno. No nos dejemos engañar por el Maligno.

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Amad a la Virgen y haced que los otros la amen.

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Pensamiento n° 145

Confieso ante todo la gran desgracia que supone para mí el no saber expresar y sacar fuera este gran volcán siempre encendido que me abrasa y que Jesús ha metido dentro de este corazón tan pequeño. Todo se resume en esto: vivo devorado por el amor de Dios y por el amor del prójimo.

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Padre, veo que, en verdad, no tengo corazón, no sé amar a Jesús. Jesús dice: El que me ama, guarda mis mandamientos. Con las pruebas se ama al Señor. Si guardas sus mandamientos y cumples los deberes de tu estado por amor a El, es que le amas.
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2023-05-25 16:36:05 ╔══ ◕✿ ✿◕ ══╗

"Te suplico, por la mansedumbre de Jesús y por las entrañas de misericordia del Padre celestial, que no te enfríes en el camino del bien. Corre siempre y no te detengas, sabiendo que en este camino detenerse equivale a echar pie atrás."

-Padre Pío-

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