2023-05-25 16:36:36
25 de mayo
Lo que más me lastima, padre mío, es el pensamiento de Jesús sacramentado. El corazón, antes de unirse a él por la mañana en el sacramento, se siente como atraído por una fuerza superior. Tengo tal hambre y tal sed antes de recibirlo que poco falta para que me muera de inquietud. Y precisamente porque no puedo menos de unirme a él; a veces, con fiebre, me siento obligado a ir a alimentarme de su cuerpo y de su sangre. Y esta hambre y esta sed, en vez de quedar apagadas después de haberlo recibido en el sacramento, aumentan cada vez más. Y cuando ya tengo en mí este sumo bien, entonces sí que la plenitud de la dulzura es de verdad tan grande que poco falta para no decirle a Jesús: basta, que casi ya no puedo más. Casi me olvido de que estoy en el mundo; la mente y el corazón no desean nada más; y, con frecuencia y por mucho tiempo, también de forma voluntaria, no puedo desear otras cosas. Pero, a veces, al amor de dulzura viene a unirse también el de estar oprimido de tal modo por el dolor de mis pecados que me parece que voy a morir de pena. También aquí el demonio busca con frecuencia amargarme el corazón con los acostumbrados pensamientos que tanto hacen sufrir.
(29 de marzo de 1911, al P. Benedetto da San Marco in Lamis, Ep. I, 216)
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Padre Pío nos dice:
Lo que sí debemos hacer es rezar, y rezar mucho, porque las pruebas que nos pone el demonio en el camino, y que Dios a veces permite, no siempre nos encuentran bien preparados con la oración.“Reza, ten fe y no te preocupes”.
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Recordemos que vivimos una sola vez y después viene el juicio en donde recibiremos la sentencia eterna: Cielo o Infierno. No nos dejemos engañar por el Maligno.
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Amad a la Virgen y haced que los otros la amen.
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Pensamiento n° 145
Confieso ante todo la gran desgracia que supone para mí el no saber expresar y sacar fuera este gran volcán siempre encendido que me abrasa y que Jesús ha metido dentro de este corazón tan pequeño. Todo se resume en esto: vivo devorado por el amor de Dios y por el amor del prójimo.
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Padre, veo que, en verdad, no tengo corazón, no sé amar a Jesús. Jesús dice: El que me ama, guarda mis mandamientos. Con las pruebas se ama al Señor. Si guardas sus mandamientos y cumples los deberes de tu estado por amor a El, es que le amas.
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