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La rebelión oponiéndose a toda autoridad es en sí misma un pri | ♡Chicas de Fe♡

La rebelión oponiéndose a toda autoridad es en sí misma un principio malo, y cuando se le deja operar sólo puede obtener confusión y anarquía como resultado.

Así que para las mujeres cristianas casadas, la Palabra de Dios es clara; han de estar sujetas a sus maridos. No es cuestión de que sean inferiores, sino simplemente el ocupar su posición dependiente y de acuerdo a la sabiduría de Dios. No siempre resultará fácil estar sujetas y aceptarlo de buen grado; algunas veces será duro y amargo, pero la mujer que teme a Dios lo hará así, y lo hará como para el Señor.

Nunca puede haber bendición cuando se obra contra Su Palabra.Sin embargo hay una manera feliz y sencilla de resolver la mayoría de las cuestiones, y es cuando tanto el marido como la esposa desean hacer la voluntad del Señor; si ambos buscan sinceramente esta voluntad, se sentirán dichosos al ser los dos de una misma mente.

El esposo nunca debe
imponer su autoridad en razón a lo que él es, sino que debe mostrar una cariñosa consideración hacia su compañera. Cuando la esposa vea en él un espíritu de sujeción a la Palabra de Dios, un verdadero deseo de ajustar su vida a lo que ésta ordena, será mucho más fácil para ella sujetarse a su esposo aunque su criterio sea muy diferente al suyo. Por tanto y en cualquier manera el lugar de la esposa, según Dios, será siempre el de sujeción.

Un joven marido fue cierta vez a pedir a un anciano siervo del Señor que él hablase con su esposa para decirle que la Palabra de Dios ordenaba a ella estar sujeta a su marido. El fiel y prudente siervo del Señor le respondió muy suavemente pero con fidelidad: “La Palabra de Dios, no dice eso a Ud.” Y era verdad, pues lo que la Palabra de Dios le decía a él—y dice a cada marido—es que debía amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, y como se amaba él a sí mismo.