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ENSEÑÓ SAN PABLO LA JUSTIFICACIÓN POR LA SOLA FE? Un ex crist | Apologética 1 Pedro 3, 15

ENSEÑÓ SAN PABLO LA JUSTIFICACIÓN POR LA SOLA FE?

Un ex cristiano evangélico reflexiona sobre el tema.
Robert Sungenis, Catholic Apologetics International

I. Introducción.
1. Existe una enseñanza común entre las distintas denominaciones protestantes: la de que el hombre se justifica ante Dios por la sola fe. Los protestantes pretenden que el hombre debe simplemente creer que Cristo ha hecho todo lo que se requiere para la justificación. Y, una vez que el hombre cree en Cristo, está salvado para siempre. Consecuentemente, los protestantes entienden que las buenas obras son meramente el fruto del estado justificado, pero no que sean meritorias para la justificación. Del mismo modo, las malas obras no amenazan el estado justificado. Han sido ya perdonadas.

2. La Iglesia Católica enseña que aunque la importancia de la fe es crí­tica, la fe solo inicia el proceso de justificación, un proceso que tiene sus etapas y un final. Ni la justificación es un acontecimiento singular de sola fe, ni las obras son meramente el fruto de semejante fe, sino un proceso por el cual el individuo crece en justificación por su fe y buenas obras, un crecimiento que puede ser retardado, o incluso terminado, por la infidelidad y las malas obras, y finalizar en la perdición.

3. Para ambas partes, conviene previamente clarificar lo que entendemos con la palabra “justificación”. Basicamente, “justificación” es el término teológico usado para referirse a la base sobre la que el hombre puede “entrar en la vida eterna”. Es el medio por el cual un pecador es “justificado” o “hecho justo ante Dios”. Como Dios es perfecto, trascendente y santo, y el hombre imperfecto, mortal y pecador, debe haber una razón “justificable” por la que Dios permita a tan baja criatura vivir con El para siempre. Como Dios tiene que preservar su honor y santidad, no puede aceptar sin más a los hombres en el cielo sin una buena y “justificable” razón para hacerlo, pues, de otra manera, estarí­a comprometiendo su propio carácter divino. Para justificar nuestra entrada en el cielo, Dios debe permanecer también justo, honorable y santo (Romanos 3:26).

II. “Fe” y “sola”

1. Pues bien, empecemos planteando una pregunta importante: ¿Enseñó el apóstol Pablo la justificación por la sola fe? Y si así fue, ¿por qué no usó Pablo la expresión especí­fica “sola fe” en ninguna parte de sus escritos neotestamentarios? San Pablo usó la palabra “fe” más de doscientas veces en el Nuevo Testamento, pero ni una sola vez la juntó con las palabras “sola” o “sólo”. ¿Qué es lo que le impediría tan importante unión si la “soledad” de la fe para la justificación estaba en un primer plano de su mente?

2. La segunda razón que nos lleva a sugerir tan importante pregunta es que Pablo usó las palabras “solamente” “sólo” o “lo único” (en la traducción de LBLA, e.g.) muy frecuentemente. En muchos de estos casos aparece justo al lado de los mismos textos que contienen enseñanzas sobre la fe y la justificación (Romanos 3:29, 4:12; Gálatas 2:10, 3:2, 4:18, 5:13). Por tanto, justo cuando Pablo estaba enseñando acerca de la naturaleza de la justificación, debí­a estar vivamente consciente de la palabra “sola” y de sus propiedades calificativas. Su unión con la palabra “fe” habría dejado esta cuestión indiscutiblemente resuelta.

3. Y, a pesar de que el Espíritu Santo no consintió, al parecer, que Pablo usara la expresión “sola fe” u otra equivalente, sí que se lo permitió a Santiago, y, además, de forma clara y enérgica, al declarar que “ el hombre es justificado por las obras y NO sólo por la fe” (Santiago 2:24 LBLA). Esta negación aparece justo cuando Santiago se plantea en la epístola si la fe, por sí sola, es suficiente para la justificación. Sólo podemos concluir que la inspiración del Espíritu Santo de la igualmente importante expresión “no” “por” claramente demuestra que Dios estaba preocupado de que alguien pudiera malinterpretar que el énfasis de la Escritura en la fe frente a las obras equivalía a la “sola fe”. Pero, dicho esto: ¿acaso no dijo San Pablo que la fe estaba “aparte de” las obras?