2024-05-14 16:24:15
Lunes. 13 de mayo. Son las 17:45. Estoy sentada frente a Patricia Ramírez. Me ha pedido que venga a su casa y la ayude. Y la ayudemos. Es inevitable que un sentimiento de dolor invada a mí y a cualquier persona que perciba lo que yo puedo estar percibiendo hoy aquí, porque ante cualquier circunstancia posible soy persona antes que periodista. Y vosotros también lo seríais en mi lugar.
Cada día asistimos a circos hipócritas y mediocres donde el ciudadano de a pie tan solo es una marioneta más manejada en un escalofriante escenario que se aleja de la ficción para ser real.
“Yo no tengo por qué estar reviviendo esto otra vez”, me cuenta Patricia.
Ella se siente abandonada y cree que, esta vez, no va a poder soportar más dolor a un dolor que le persigue desde hace seis años.
Ha pedido auxilio de mil maneras, pero bien es sabido que gritar en privado y pedir ayuda a quienes deben de socorrerla no siempre funciona.
Por eso hay que gritar fuerte y abrazarse en sociedad. Quizás así sí sirva.
Imagina que asesinan a tu hijo y años después te cuentan que esa misma persona, que acabó con la vida de tu pequeño y con la tuya propia porque desde ese día ya no vives, puede estar lucrándose económicamente en prisión, bajo un paraguas de irregularidades conocidas y no por quienes deben velar por el cumplimiento de la ley, hablando sobre lo que hizo y te hizo.
Productoras intentando vender al mejor postor, por duro que suene, un thriller real de terror grabado desde la ilegalidad, saltando una y otra vez por encima del sistema que les ampara, ese que no reconoce ni conoce, pero sí se solidariza, y sin importar el daño que pueda causarse otra vez.
¿No fue ya suficiente todo?
@interiorgob
Link a la carta de Patricia Ramírez: https://www.instagram.com/p/C68zM8DtKz3/?igsh=MWZqMHluMjRzMnU0MQ==
5.2K views13:24