Get Mystery Box with random crypto!

🔥ALMAS DEL PURGATORIO🔥

Logotipo del canal de telegramas fddalmasdelpurgatorio - 🔥ALMAS DEL PURGATORIO🔥 A
Logotipo del canal de telegramas fddalmasdelpurgatorio - 🔥ALMAS DEL PURGATORIO🔥
Dirección del canal: @fddalmasdelpurgatorio
Categorías: Sin categoría
Idioma: Español
Suscriptores: 1.45K
Descripción del canal

Familia de Dios 50 días orando por las Almas del Purgatorio, grupo en silencio.

Ratings & Reviews

2.67

3 reviews

Reviews can be left only by registered users. All reviews are moderated by admins.

5 stars

0

4 stars

1

3 stars

1

2 stars

0

1 stars

1


Los últimos mensajes 48

2021-10-16 05:10:21 *ORACIÓN DE LA NOCHE*

Eterno Padre, te ofrezco el Sagrado Corazón de Jesús, con todo su amor, todos sus sufrimientos y todos sus méritos: Para reparar los pecados que he cometido en este día y durante toda mi vida; Para purificar el bien que he hecho con negligencia en este día y durante toda mi vida; Para suplir las buenas obras que debería haber hecho que descuidé en este día y durante toda mi vida. Amén.
60 viewsManuel, 02:10
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:24:22 Oración a San Miguel Arcángel

Oración a las Benditas Almas del Purgatorio
341 viewsLydia Figueroa, 03:24
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:24:21 SAQUENNOS DE AQUI
Audio Libro
21. Apariciones Marianas

En este capítulo de «Sáquennos de aquí», Maria Simma nos advierte de que hay ciertas apariciones marianas que no son verdaderas y con las que hay que tener cuidado, porque pueden llegar a ser verdaderamente malignas. Habla de otras apariciones como Medjugorje o Garabandal, y anima a hacer caso a lo que Nuestra Madre nos dice en estos lugares.

@ Almas del Purgatorio
338 viewsLydia Figueroa, 03:24
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:24:21
278 viewsLydia Figueroa, 03:24
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:25
254 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:25
245 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:25 No recuerdo bien qué decía, pero creo que llamaba aterrorizada a su madre. Después, pasos y más pasos otra vez por el pasillo, aunque esta vez sonaban de lo más normales, ya que eran los de los marqueses, los padres de la muchacha presa de tanto miedo.

Ni que decir tiene que no pude dormir durante el resto de la noche. Me agarré al rosario como el que se sujeta a la misma vida y no separé la mirada de la puerta, no fuera a entrar el alma de la pobre fallecida marquesa otra vez. Al día siguiente, mientras desayunábamos, nadie pronunciaba palabra alguna. Yo miraba de reojo a mis anfitriones y, cabizbaja, procuraba que no me hicieran preguntas; pero como veía que era casi más incómodo no comunicarme, me atreví a comentar como si conmigo no fuera la cosa:

—Vaya, anoche no pude dormir bien, oí algunos ruidos que...

—¡Sí!, —contestó liberada mi amiga—. ¡Vi a la abuela! Mejor dicho, a su alma... ¡Qué miedo pasé! Parecía ella. Tenía una bata blanca y llevaba cadenas en los talones y...

—¡Anoche no pasó nada de nada!, —interrumpió seca y bruscamente la nueva marquesa—. Fue una pesadilla...

—Pero yo también la... —intervine.

—¡A callar!, —gritó enfadada—. Hoy celebraremos una misa en la casa y se acabaron este tipo de comentarios.

¡Imagínate el apuro que pasé! Me puse colorada como un pimiento, clavé la mirada en el café y no volví a mencionar lo sucedido. ¡Cualquiera se atrevía! Pero Magdalena se volteó hacia mí y con un hilillo de voz tembloroso y casi imperceptible, me dijo al oído:

—Si no te importa, esta noche vuelvo a dormir contigo...

—¿No te molestará mi tos?, —pregunté con timidez.

—¡Huy, qué va! Si a mí tutos me encanta...

Pobre nena, mentía como una bellaca.
230 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:25 La nieta de la fallecida seguía durmiendo en el cuarto de al lado, pues aunque mi tos había remitido mucho, aún podía molestarla durante el sueño.

Me espabilé un poco, pues tal sonido me pareció molesto. En un principio no logré reconocer de qué se podría tratar aquello. Encendí la luz y agudicé el oído. Entonces me sobresalté, pues percibí pisadas por el pasillo, acompañadas por el tintineo que produce un metal al arrastrarse. Cogí el despertador de la mesilla y me percaté llena de preocupación de que eran las cuatro de la madrugada. Una leve luz se colaba por la rajita de la parte inferior de la puerta.

«Pero ¿qué es lo que ocurre? —pensé temblorosa—. ¡Oigo pasos y sonidos metálicos! ¿Acaso hay alguien reparando algo a estas horas disparatadas de la noche? Y esa luz... Juraría que fui yo misma la última que me acosté y sé que la apagué...» No acababa de pensar aquello cuando para mi horror descubrí que las sombras de unos pies se paraban delante de mi puerta. La luz tibia que se colaba por la rendija me dejó ver cómo alguien esperaba ahí, en silencio, a que yo abriera el pestillo, gritara o sólo Dios sabe qué. Pero el caso es que ya no se oía nada, nena, el sonido metálico había parado, igual que el de las pisadas.

Por un instante se me erizó todo el vello del cuerpo. «¿Quién... hay ahí?», susurré bajito con voz temblorosa. Pero no recibí respuesta alguna. Y entonces fue cuando mi entendimiento me gritó que algo andaba extrañamente mal, pues vi cómo alguien intentaba abrir la puerta de mi dormitorio subiendo y bajando el picaporte de una manera desenfrenada.

Yo sabía con toda seguridad que había cerrado el pestillo antes de dormirme, pues es una manía que acostumbro a no saltarme ni muerta. Es que soy muy miedosa, ¿sabes? Y esa pequeña acción me produce algo más de seguridad en la noche. Pero, antes de que pudiera razonar más, aquella puerta se abrió de golpe, así, ¡pum!, como si no existieran pestillo, bisagras ni madera. Y ante mi total espanto, me topé con el cuerpo de aquella dama que había sido la abuela de la familia que me había acogido en Madrid.

Vestía algo como una bata blanca, pulcra y sin adornos. Pero su rostro, ¡oh, qué horror! Hasta el día de hoy se me hiela la sangre al recordarlo, ¡pobrecilla! El pelo lo tenía engreñado, los ojos se veían cargados de una tristeza infinita y la boca... ¡Oh, esa...! ¡Se veía sucia de barro, tinta o mugre! Hasta el día de hoy no he podido descifrar qué era aquello que tanto ensuciaba la que fue una hermosa y elegante boca.

Me clavó los ojos y comenzó, despacito y tenazmente, a andar hacia mi cama. Pude percibir que arrastraba algo pegado a los pies; en cuanto comenzó a caminar se produjo ese ruido desagradable de metal que pocos segundos antes me había despertado. ¡Eran cadenas! Yo me quedé totalmente petrificada por el miedo. No sabía qué hacer, el corazón me comenzó a latir tan fuertemente que creí que se me iba a enfermar o a salírseme del cuerpo.

Aquel espectro, fantasma o como quieras llamarle, se paró junto a la cabecera de mi cama. Entonces, clavándome esos terribles ojos colmados de pena, acercó su horrible cara hacia la mía. Ya no pude aguantar más. Cogí la sábana y me tapé con ella. Comencé a llorar bajito, aterrorizada, espantada... «¡Váyase, señora! ¡Márchese, se lo ruego!, —suplicaba con un pequeñísimo hilo de voz —. Yo no soy su nieta... ¡Ella está en el otro cuarto! ¡Fuera de aquí! ¡Váyase por amor de Dios!».

Y entonces, tras unos segundos que se me hicieron eternos, escuché que comenzaba a marcharse. ¡Tling, tling!, hacían las cadenas amarradas a sus pies mientras se alejaba despacito. Y después, ¡pum! Portazo gigantote en la puerta. Yo no me atrevía a asomar la cabeza y, sin embargo, tenía la absoluta seguridad de que aquel espectro había salido de mi dormitorio. No sé por qué tenía tan claro el convencimiento de ello, pues como te digo, aún tenía la cabeza bien escondida bajo las sábanas.

De pronto atravesó la pared un grito espantoso, atroz y terrorífico. ¡Era el de mi pobre amiga! Magdalena se había puesto a chillar desesperada.
225 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:24 Gracias a ella y a su simpatía natural, pronto me encontré incluida entre su grupo de amistades.

En la vivienda habitaba también la exquisita y delicada abuela de mi nueva amiga. Mujer de gran dignidad, respetada en el Madrid de entonces, poseía un título nobiliario de importancia además de gran estilo y cultura. La gente la admiraba, pero yo la temía, pues pronto percibí en ella un defecto que me resultaba muy incómodo: aquella dama criticaba a todo el mundo.

—¿Habéis visto a Fifí Cuevas?, —decía a su familia delante de mí sin ningún pudor—. ¡Qué vergüenza! Una viuda como ella y vistiendo con colores tan sólo un mes después de perder a su esposo. ¿Dónde llegará la juventud con estos pésimos ejemplos?

—Mamá, eres un poco anticuada, —respondía su hija, la madre de mi amiga, con cierta incomodidad.

—¡De antigua nada, insolente!

En otra ocasión la oí hablar mal de una amistad que, la verdad, siempre que venía de visita era cariñosa y amable.

—Qué poca dignidad tiene Elenita Pando, —criticó en cuanto se marchó—. ¡Se maquilla como si fuera una mujerzuela!

—Mamá, no es para tanto, —la intentaba defender su hija—. Toda la juventud lo hace ahora.

—¡Eso no es digno de la gente decente! —contestaba furiosa—. Me encargaré de que no la inviten a la puesta de largo de la hija de Maruca Castro-Viejo.

—Bueno... —asentía su pobre hija poniendo los ojos en blanco—. Haz lo que quieras, pero no me parece bien. Eso es una maldad y un día lo pagarás.

—¡Bah! ¿Qué sabrás tú?, —contestaba ufana.

—Pues a mí no me parece bien que...

—¡Bobería! —gritaba interrumpiendo a su hija para no tener que darle más explicaciones—. ¡Tráigame ahora mismo el café y las pastas! Las tomaré en mi salita porque aquí todo el mundo me lleva la contraria.

—Sí, señora marquesa, —respondía la doncella saliendo rauda hacia la cocina.

Durante mis primeros meses de estancia, todo fue sobre ruedas. Por las mañanas yo estudiaba en la universidad mi carrera de enfermería, mientras que por las tardes me encerraba para repasar los temas a la vez que disfrutaba con la compañía de tan elegante familia.

Quizá llevaba cerca de nueve meses cuando la abuelita criticona de mi nueva familia falleció de una forma inesperada y triste, a causa de un derrame cerebral, durante una montería en una preciosa finca de Gredos. El dolor que produjo esta pérdida en la familia fue enorme. Ya sabes lo que es que la vida te arranque de un soplo a un ser querido, así, de una manera tan precipitada. No se tiene entonces tiempo de despedirse en condiciones.

La enterraron al día siguiente en el cementerio de La Almudena de Madrid donde, por cierto, me agarré un gran resfriado debido a que ese día el clima era desapacible y helado. ¡Fíjate si hacía frío que hasta nevó! El entierro llevó su tiempo, pues varias personalidades famosas del Gobierno franquista acudieron y el sacerdote ofreció una larga homilía que terminó por helarme los huesos del todo.

En el regreso a la casa descubrí que tenía unas decimillas y por la noche no veas qué tos me entró. Y como dormía en el mismo dormitorio de mi nueva amiga, la nieta de la fallecida, pues la pobre no pudo pegar ojo. Y precisamente por esto se trasladó durante unas cuantas noches al cuarto de al lado, con la intención de regresar al dormitorio que compartíamos cuando yo dejara de toser de aquella manera.

El funeral celebrado una semana más tarde fue tan sonado y concurrido, que hasta salió anunciado en las páginas de una revista de sociedad que se llamaba Sol y Luna.

Y después ocurrió lo de siempre, que la gente se va para su casa, vuelve a su vida y a sus cosas y la familia del difunto se queda embriagada de una tristeza difícil de soportar. ¡Ah, cuánto lloró mi amiga! Y es que ella era un alma suave y buena, y a su abuelita la había querido mucho.

No se había cumplido ni la primera semana desde el fallecimiento de la marquesa, cuando una noche fría como el hielo me despertó un ruido extraño en el pasillo.
225 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo
2021-10-15 06:23:24 DIA

Hoy haremos oración, sacrificios y la Santa Eucaristía por las almas purgantes de _empresarios o jefes que explotaban y no pagaron salario justo a sus empleados._

Oh Señor, por las 5 llagas, por la corona de espinas y la pasión dolorosa de tu amadísimo hijo nuestro Señor Jesucristo y en tu divina voluntad te suplicamos tengas piedad y libres delpurgatorio a las almas de los empresarios, jefes de empresas que no pagaron un salario justo, que les retuvieron su salario y los explotaban . En especial por las de mis antepasados . Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino hijo Jesucristo, junto con todas las Misas celebradas a través del mundo en este día, por todas las almas del purgatorio.

Te ofrezco todos los sufrimientos, sacrificios, obras de misericordia que haga, tristezas, humillaciones que reciba, trabajos, esfuerzos, buenas obras, mis actividades de este día en reparación de mis pecados personales, los pecados de las ánimas del purgatorio y los pecados de mis familiares, antepasados y conocidos que están en el purgatorio. Amén.


*¡JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS!*

Dales Señor el descanso eterno y luzca para ellas la luz perpetua. Que por la misericordia de Dios las ánimas del purgatorio descansen en paz. Así sea.

  NOTA

*UNA JOVEN ESTUDIANTE Y UNA FASTIDIOSA ABUELITA*

de

*_(Del libro: “Entre el Cielo y la Tierra” de María Vallejo.)_*

_(Lo siguiente es un hecho extraordinario que sucedió una noche a una chica en casa de su amiga.)_

Ahora ya me atrevo a contarlo pero, por aquel entonces, ¡cualquiera se lanzaba! Y es que hoy tengo más canas en la cabeza que mi tía Gertrudis, que ya es decir.

Era aún muy joven cuando me ocurrió eso tan terrible. Había vivido toda mi infancia y adolescencia en El Salvador, mi país de origen, y mis padres habían decidido enviarme a España para estudiar aquí la carrera universitaria. Este país tenía fama por entonces de ser una nación de principios católicos sólidos y como en casa éramos muy creyentes pues... No tenía familia directa en Madrid, pero mis padres gozaban de ciertas amistades que nos echaron una mano a la hora de encontrar un alojamiento para mí en esta maravillosa capital. Fui yo la que les insistí que deseaba instalarme en un hogar, pues siempre he sido tímida y me asustaba lo desconocido.

Pensé que en un hotel para señoritas estudiantes, que era como se llamaban a los colegios mayores para chicas en los sesenta, me sentiría sola y echaría terriblemente en falta el calor de mi hogar. Así que las amistades de mis padres se pusieron las pilas preguntando a gentes de confianza si conocían una vivienda en la que pudiera adaptarme a la vida madrileña. Hasta que no localizaron una familia extraordinaria que pudiera quererme como a una hija, no pararon de dar la lata a todo el mundo. Y así, antes de lo esperado, me vi acogida en una preciosísima casa de uno de los barrios más elegantes y señoriales de la ciudad de Madrid.
No puedo mencionar el verdadero nombre de aquellas buenas y muy educadas gentes, pues eran y son aún hoy enormemente conocidas en Madrid. Verdaderamente estoy convencida de que los familiares que han sobrevivido a aquella curiosa experiencia, no desean ni por asomo que se sepa lo que ocurrió entre las paredes de su hermoso hogar, allá por el año 1966.

Para que tus lectores puedan seguir un poco el hilo de este jaleo, sólo diré que se trataba de la familia de los marqueses de Concha Espina, título nobiliario que, por supuesto, me acabo de inventar ahora mismo. Con él sólo quiero dar una pincelada imaginaria al lector, para que se haga una vaga idea de la zona en la que posiblemente se ubicaba la verdadera espaciosa y palaciega vivienda.

Aquellas gentes se mostraron extraordinariamente acogedoras conmigo. Sus maneras eran de una elegancia exquisita y siempre me hicieron sentir como una hija más entre las paredes de su hogar. Tuve la enorme suerte de que tuvieran una hija encantadora llamada Magdalena. Tenía mi edad, diecinueve años, y congenió mucho conmigo.
280 viewsLydia Figueroa, 03:23
Abrir / Cómo