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el patio de nuestra casa. Un golpe fuerte en la puerta, mis s | Fear Itself 🖤💀🔥

el patio de nuestra casa.

Un golpe fuerte en la puerta, mis sospechas se hacían realidad.

- ¿Quién? - Pregunté serena.

– Margarita - respondió la voz dulce y suave de mi vecina, de mi amiga, de mi hermana.

Me quité el vestido rápidamente arrojándolo al baño bajo la escalera que en ese momento fue mi salvador, coloqué sobre mi cuerpo un pijama ligero, me limpié el rostro asegurándome de no tener ni una sola mancha y abrí la puerta.

- Vi humo salir de tu patio, ¿está todo bien?

- Sí, gracias por preocuparte y espero que no reproches el acto horrible que he cometido. - ¿A qué te refieres, Verónica? ¿Qué has hecho? - Respondió ella confundida.

-Es que no podía soportar más su presencia... - le dije, y por un momento la idea de confesar el crimen perfecto que había cometido la noche anterior se posó delante de mí, pero la razón intervino y terminé la frase diciendo:

- He prendido fuego a todas sus pertenencias, porque no soporto la idea de saber que Sergio fue mío y ahora pertenece a otra.

Ella, inocente de todo, se arrojó a mí y me abrazó fuertemente.

Me dio palabras de aliento, las mismas que me daba siempre, palabras que se llevaba el viento, palabras que ya no me tocaban, porque Sergio ya estaba muerto, sus dulces palabras caían sobre mi alma de cemento y dos lágrimas brotaron de mis ojos como despidiéndola.

Ella entendió y me dejó sola, mientras las pertenencias de mi amado ardían junto a su cuerpo en el patio de nuestra casa. Me senté a descansar. Caí en cuenta que debía comer algo, con tanto esfuerzo el hambre me afanaba, fui a la cocina y preparé algo.

Tomé asiento y cuando me disponía a disfrutar de mi desayuno, el timbre sonó. Noté que todo ya estaba realizado, la quema había cesado, ya no debía preocuparme por deshacerme del cadáver. Omití que sonaba el timbre y disfruté de mi sándwich.

El timbre seguía sonando, no me importaba. Fui al patio, terminé de recoger la evidencia pendiente, me deshice de las cenizas los huesos que no ardieron, que en realidad fueron bastantes, los enterré.

Limpié la caneca, el timbre seguía sonando, analicé que habían pasado más de veinte minutos y alguien seguía tocando la puerta, decidí abrir… Sentí cómo mi alma, que creía perdida, abandonó mi cuerpo y regresó, tuve la impresión que el piso se desmoronaba y yo quedaba flotando en el aire, dos gotas de sudor frío bajaban por mi frente, tan lentas.

Las palabras no salían de mi garganta, hice un sonido horrible, sentí la sangre bajar por todo mi cuerpo y luego subir como siguiendo al corazón que intentaba salir por mi boca.

Retrocedí chocando con la puerta y caí sentada en el piso mientras Sergio entraba a la casa sin mirarme…

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