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Marta estaba realmente asustada, casi pierde a su marido y no | Leyendas, Mitos y curiosidades 👽🌟👹💫

Marta estaba realmente asustada, casi pierde a su marido y no se había dado cuenta, el pobre debía haber pasado un calvario para poder llegar hasta su casa con esa torcedura en el tobillo. Llamó al médico del pueblo y limpió las heridas de Julián.

El doctor no tardó ni veinte minutos en estar en su casa y diagnosticó lo que ambos se temían, tenía un esguince en el tobillo y necesitaría al menos dos semanas de reposo absoluto si quería recuperarse del todo. Pero lo que más le llamó la atención al médico fue el corte del brazo, nunca había visto un corte tan limpio, era casi perfecto. Cosió la herida y les prometió volver en un par de días para ver la evolución de los puntos y evitar que se infectara. Les dejó unas gasas limpias y un antibiótico, así como las indicaciones de cómo cuidar los cortes y el tobillo.

Tanscurrieron unos días y Julián se encontraba mejor, aún no podía levantarse de la cama pero los amorosos cuidados de Marta le estaban ayudando a recuperarse muy rápidamente. El que parecía otro era Cronos, el perro, no quería comer nada y cada vez estaba más agresivo. La verdad es que Marta nunca se encargaba del perro, era Julián quien siempre le daba de comer y le sacaba a pasear.

Cronos era un imponente ejemplar de doberman, una raza de perro que requiere mucho ejercicio, y Marta lo sabía. Así que aprovechando que Julián se durmió una siesta, decició salir a pasear con el animal, un paseo no muy largo ya que le daba miedo adentrarse en el bosque sabiendo que el jabalí podía seguir por allí.

Le puso la correa y casi sin darse cuenta el animal comenzó a guiar el camino, Marta podía a duras penas seguir el ritmo del perro que tiraba con fuerza de la cuerda que le sujetaba. La estaba adentrando en el bosque más de lo que ella quería, pero era incapaz de sujetar al animal y esperaba que éste se cansase de remolcarla. Hasta que finalmente el animal se soltó y salió corriendo.

Marta corría detrás de él pero Cronos era mucho más rápido, por suerte para ella unos cincuenta metros más adelante había una pequeña cabaña, casi escondida entre las rocas, en la que se adentró el perro. Probablemente era la cabaña de un cazador y el animal la había llevado allí guiado por el olor de algún animal muerto.

Al acercarse un fuerte olor a podredumbre le golpeó en la nariz, era el mismo olor que tiene la carne al descomponerse, era tan insoportable que ni tapándose la nariz podía disimularlo. Empezó a gritar desde fuera de la cabaña para que saliera el perro, pero éste no obedecía, por lo que al final tuvo que ser ella quien entrara.

Todo estaba bastante oscuro pero pronto se dio cuenta que Cronos estaba a pocos metros de la entrada comiendo algo en el suelo, cuando se acercó pudo ver que lo que parecía un bulto era en realidad el cuerpo de una persona. Asustada, comenzó a andar hacía atrás hasta que sin darse cuenta se tropezó contra un armario, el golpe provocó que un parde frascos de cristal cayeran al suelo, al estallar contra el pavimento decenas de ojos humanos salieron rodando por el suelo y se levantó un fuerte olor a alcohol. Marta comenzó a vomitar, el espectáculo era repugnante y cuanto más se fijaba en el interior de la cabaña, más macabro resultaba todo.

Habían restos humanos desperdigados por toda la cabaña, sobre una mesa de madera había varios tipos de cuchillos y hachas con los que alguien parecía haber estado descuartizando a sus víctimas. En una de las esquinas había algo que enseguida le resultó familiar a Marta, una motosierra que ella misma había regalado a Julián y decorado con sus pinturas para simular un simpático pez sierra.

Todo empezaba a cuadrar en su cabeza, los metódicos paseos de su marido cada tarde, la forma en la que el perro la había guiado directamente hasta el lugar, cómo el animal se había negado a comer durante días y cada vez estaba más agresivo, las desapariciones que habían comenzado poco tiempo después de su llegada al pueblo…