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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 37* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 37*

*LIBRO 1*

*CAPÍTULO X*

*MUEREN SUS PADRES; TOTAL OFRECIMIENTO DE SI EN LA POBREZA*( Continuación)

Una vez que la madre de nuestro José murió, se quedó para consolar a su padre, y luego se retiró a su habitación para desahogar con el llanto su dolor; luego se puso a orar suplicando a su Dios para que lo consolara en su pena. En esta oración Dios no dejo de consolarlo, haciéndole oír la voz interior que le dijo que se habían cumplido sus deseos y sus justas peticiones para con su madre; por lo cual totalmente consolado, el Santo joven rindió gracias a Dios, luego al salir de su habitación, fue de nuevo a consolar a su padre, el cual se consoló mucho con las palabras de su hijo.
La noche siguiente, mientras José dormía, le habló el Ángel y le dijo cómo su madre ya se encontraba en el limbo, y que dentro de poco quedaría privado también de su padre, por lo cual era necesario que se conformara a la Divina Voluntad, y que no tuviera ningún temor, porque Dios siempre le habría protegido y defendido en todos sus caminos. El Santo quedo muy consolado por la noticia que recibió acerca de su buena madre, pero a la vez estaba afligido al tener que perder también al padre. Sin embargo, se conformó a la Divina Voluntad, y se animó para sufrir las muchas angustias que lo amenazaban por la pérdida del padre, dando Fe a todo lo que el Ángel le habla dicho, esto es que Dios lo protegía siempre en todos sus caminos. Por otra parte, la humanidad sentía vivamente todo lo que preveía que tenía que sufrir, pero el espíritu se mostró muy dispuesto a sufrirlo todo, y a recibirlo todo con paciencia y alegría de las manos de Dios.
Habiendo pues nuestro José quedado privado de su madre, y viendo a su padre en gran dolor, le iba consolando continuamente, y no lo abandono nunca en esta pena suya, desempeñándose como buen hijo hacia su amado padre.
No pasó mucho tiempo en que el padre de José cayó enfermo, de una enfermedad mortal, y puesto que nuestro José estaba muy decaído en sus fuerzas corporales por las angustias y sufrimientos por la penosa enfermedad de la madre, sintió mucha pena y se encomendó mucho a Dios para que lo asistiera con su Gracia, le diera fuerzas y espíritu para poder asistir a su padre en su última enfermedad.
Dios lo consoló aun dándole las fuerzas, y él se dedicó totalmente para asistir a su padre; nunca lo abandonó ni de día ni de noche. Sirviéndolo y asistiéndolo con gran caridad y amor, animándolo para sufrir con paciencia los dolores y angustias que suele causar el mal, el cual fue soportado por el enfermo con gran generosidad y paciencia; y solamente le causaba pena el pensamiento que tenía por su hijo, que al quedar solo y abandonado, le habría tocado sufrir grandes angustias.
( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*