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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 39* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 39*

*LIBRO 1*

*CAPÍTULO X*

*MUEREN SUS PADRES TOTAL OFRECIMIENTO DE SI EN LA POBREZA*( Continuación)

Pero su padre, no habiendo recibido nunca disgusto alguno por parte de su hijo, sino más bien gozo y consuelo le dijo que no tenía nada que perdonarle, porque nunca lo había disgustado; pero el Santo hijo, no contento de esto, no quiso levantarse del suelo hasta que su padre no le asegurara su perdón. El padre para complacerlo y para no privarlo de esta satisfacción le dijo que lo perdonaba de todo corazón; de ello el hijo quedó muy contento y satisfecho, agradeciendo cariñosamente a su padre. Luego le pidió permiso para ir a dar a los pobres y al Templo los bienes que le dejaba, y su padre lo dejo todo en sus manos, de modo que dispusiera como él hubiese creído conveniente y como hubiese sido la Voluntad de Dios. José contento de todo esto, agradeció de nuevo al padre y le aseguro que él nunca se olvidaría de él ni de la madre y que por lo tanto se fuera seguro y tranquilo.
El enfermo se iba agravando siempre más, y José aumentaba la atención y la asistencia, y mucho más las oraciones y las suplicas a su Dios por la salvación eterna de su buen padre, y Dios le aseguró acerca de ello; después de haberse alegrado el Santo de ello daba continuas gracias a Dios.
Nuestro José se ofreció luego a Dios, y le suplicó para que se dignara hacer sufrir en su propia persona ese tanto que tenía que sufrir su padre, en reparación de esas deudas que hubiese contraído con la divina Justicia, de modo que el alma de su padre fuera directamente al limbo de los Santos Padres. Dios le escuchó, por lo cual nuestro José sufrió graves dolores por muchas horas, con resignación, gozando poder reparar con esto las penas de su padre; por ello también daba gracias a Dios cariñosamente y al estar seguro de que su padre habría ido a descansar, después de su muerte, con su alma en el seno de Abraham, levantando las manos al Cielo con júbilo de corazón, alababa y agradecía la divina bondad.
Al llegar a los últimos momentos de su vida, su padre fue asistido por el hijo con gran caridad y amor, animándolo siempre y exhortándolo para confiar en la bondad y Misericordia de su Dios y a ir feliz, mientras sabía con seguridad que iría a un lugar seguro. El moribundo experimento gran consuelo con la asistencia del hijo y luego murió con gran resignación y seguridad de su eterna salvación.
Una vez que el enfermo expiró, nuestro José se retiró, para dar satisfacción a la naturaleza con el acostumbrado tributo de las lágrimas, y con mucha razón, porque quedaba privado de un padre tan generoso y amable, que le había dado tan buena educación. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*