Get Mystery Box with random crypto!

*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 51* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 51*

*LIBRO 2*

*CAPÍTULO XIV*

*VIDA DE ORACIÓN*( continuación)

Una vez que el Santo estaba más que de costumbre atormentado por este temor, y dirigiéndose al Templo para encomendarse allí a Dios, hizo una larga oración suplicando a su Dios con lágrimas vivas y encendidos suspiros para que nunca permitiera que él lo disgustara en nada, y viniera así a perder sus Gracias y amistad, y Dios consoló a su siervo, asegurándole que el nunca perdería su Gracia y que se conservaría inocente hasta la muerte. Frente a este gran favor y a esta promesa, tan grande fue el consuelo que sintió el Santo, que no cabía ya en sí mismo por la alegra, y no pasó ningún día de su vida que no rindiera afectuosas gracias a su Dios por la seguridad obtenida, pero a pesar de eso tampoco dejo de estar bien cauteloso en cada una de sus acciones de modo que su Dios no fuera ofendido por él, estando siempre con un temor, pero un temor de sí mismo, ya no que dudara en nada de la Gracia que Dios le había prometido, porque estaba muy seguro de ello, teniendo en una gran Fe en todas las cosas que su Dios le prometía. Si tan grande era la pena que nuestro José sentía que su Dios no fuera amado y servido fielmente por todos, cuanto mayor era el dolor que sentía, al ver como Dios era gravemente ofendido. Tan grande fue el dolor que sentía de esto, que a veces se desmayaba por la pena, y lloraba amargamente cuando oía que su Dios había sido gravemente ofendido.
Una vez le hablo el Ángel en el sueño y le dijo que Dios estaba muy enojado por las muchas y graves ofensas que continuamente recibía del mundo; que por lo tanto se dedicara a suplicar a Dios para que aplacara su ira, de modo que los pecadores no fueran severamente castigados como se merecían. Le dijo que este oficio hacía también la Santísima niña María, y que por lo tanto se volvía muy grata a Dios, el cual, por medio de sus súplicas retenía los castigos. Esto fue suficiente al Santo, para hacer que se dedicara totalmente a suplicar a Dios por los pecadores y para que no los castigara con la muerte eterna.
Pasaba a veces días enteros y buena parte de la noche llorando por las ofensas que se hacían a Dios, por lo que pedía a Dios el perdón y para que diera Luz a los pecadores, de modo que arrepentidos de sus errores hicieran penitencia, y cuando sabía que en la ciudad había un pecador y transgresor de la Ley, mucho oraba, mucho se encomendaba a Dios hasta conseguir su conversión; y muchas veces el Santo consiguió estas Gracias por las súplicas que dirigía a Dios y por las lágrimas que derramaba, y decía a su Dios: "Oh Dios mío, yo soy un miserable, no merezco ser escuchado, pero uno estas súplicas mías a las que os dirige la niña María, porque sé que las suyas son gratas y muy agradables delante de Vos; así mis suplicas unidas a las suyas, estoy seguro de que serán de mucho agrado para Vos, y que os moveréis a compasión de quien vive alejado de Vos y camina hacia la perdición, dándole la Luz para que reconozca sus errores y la Gracia para que se convierta a Vos de todo corazón”. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*