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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 66* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 66*

*LIBRO 2*

*CAPÍTULO XVII*

*EL MILAGRO DE LA VARA FLORECIDA BODA MARAVILLOSA SALIDA DE LOS ESPOSOS HACIA NAZARET*( Continuación)

La Santa esposa se despidió también de aquellos con los cuales había estado en el Templo, y en particular con quien se había preocupado de Ella, y con su bendición se fue. Salieron los dos Santos esposos del Templo, después de haber orado, adorado y alabado a su Dios.
Aunque el Santo esposo hubiese tenido siempre el deseo de hacer su morada en Jerusalén, para poder frecuentar el Templo, a pesar de eso se fue muy contento, siendo suficiente para él, así decía, de tener la hermosa suerte de la compañía de la Santísima y purísima esposa suya, no teniendo más que desear en el mundo, estando completamente contento, y decía a menudo a su Dios: "Dios mío, Vos me habéis hecho una Gracia tan grande en darme en custodia a vuestra predilecta y amada doncella María, que ahora yo no tengo más que desear, mientras en Ella mi espíritu encuentra todo lo que sabe desear, y sus palabras me consuelan lo suficiente. Ella es un tesoro, el cual siempre será más apreciado por mí, puesto que siempre más voy conociendo sus méritos y las sublimes virtudes de las que la habéis colmado". Luego, dirigiéndose a su esposa, le decía: "Creed, esposa mía, que Dios me ha hecho una Gracia tan grande en daros a mí por compañera, que ahora no se mas que desear, solo el cumplimiento de la Divina Voluntad y de ocuparme en todo para servir a nuestro Dios. Y no será poca mi suerte, que yo pueda manteneros con el trabajo que realizare para agradar a Dios y a ti, y que me ocupe en el trabajo que he aprendido para mi sustento. Cuando luego Dios quiera que me ocupe en otra cosa, y no sea de vuestro agrado, heme aquí dispuesto a hacer todo". A estas palabras la Santísima esposa respondía con gran humildad y con gran prudencia, sometiéndose siempre al Querer del Altísimo y al de su esposo José, y con estas humildes respuestas, José se encariñaba siempre más de Ella, y siempre más admiraba sus virtudes, de tal modo, que a menudo decía entre sí: "Si yo no supiera quien es mi esposa y si no la conociera como hija de Joaquín y Ana, diría ciertamente que habría bajado del Cielo, puesto que a mí me parece que una criatura humana no es capaz de tanta virtud y de tanta Gracia". Luego agradecía a su Dios por haberse dignado enriquecerla y privilegiarla por encima de toda otra criatura.
( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*