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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 156* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 156*

*LIBRO 3*

*CAPÍTULO VII*

*NACIMIENTO DE JESÚS: ALEGRÍAS Y PENAS DEL SANTO*( continuación)

Mientras tanto nuestro José se proveyó de cuanto le era necesario según sus pobres posibilidades, y luego regresó rápidamente al establo para volver a ver pronto a su amado Redentor; y eran más frecuentes los actos fervorosos de amor y de gratitud que hacía al Divino Infante, de lo que fueran sus pasos apresurados, ahora llorando por la compasión que sentía de los padecimientos de su nacido Salvador, ahora riendo por la dicha y la alegría que su corazón sentía por haber visto ya nacido al que por tantos años había deseado y esperado.
Él afortunado José se fue a la cueva, donde adoro de nuevo a su Dios Humanado y saludo a la Divina Madre y fue recibido de ambos con especial y cordial afecto. La Divina Madre le agradecía por el cuidado que él demostraba en proveer lo necesario, y el Santo, todo confundido le hacía grandes expresiones de su amor muy sincero y le comunicaba con que gusto é1 se dedicaba a servir a su Dios y a Ella, y que solo le disgustaba que por su pobreza no podía hacer todo lo que debía ser conveniente y que su amor le dictaba, y por lo tanto le decía a menudo: "Recibid, esposa mía, mi afecto que es sincero y mi buena voluntad".
La Divina Madre le mostraba complacencia, y siempre le pedía nuevas Gracias a su Divino Hijo. Luego nuestro José preparo la comida, y arreglo el lugar de modo que la Divina Madre pudiera sentarse y tomar algún descanso, estando su humanidad muy debilitada por los sufrimientos padecidos en el viaje y en todo el resto del tiempo. Nuestro José encontró tanto en el campo como en la ciudad lo que le era necesario para dar comodidad a la Divina Madre, y para encender el fuego; todo lo arreglo con habilidad según sus posibilidades. Él Señor dispuso que no le faltara 1o que era indispensable para vivir y quedarse en esa cueva todo el tiempo que Dios había decretado.
De todo daba gracias a su Dios el afortunado José, y aunque estuviera en esa cueva con tanta pobreza, sin embargo, le parecía estar en un grandioso palacio, porque allí encontraba todo su parecía gozo y su tesoro, su verdadera riqueza y la dicha de su corazón. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*