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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 161* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 161*

*LIBRO 3*

*CAPITULO VIII*


*CIRCUNCISIÓN DE JESÚS*


Al haber llegado el octavo día del nacimiento del Redentor, San José conversó con la Divina Madre acerca de la circuncisión del Divino Niño, y después de haberse asegurado de la Divina Voluntad, que era la de hacer circuncidar al Niño y de imponerle el nombre de Jesús, nuestro José se preocupó de buscar al Ministro para que circuncidara al Niño. Lo encontró y lo llevó a la cueva donde vivía. Ese Ministro admiró mucho la pobreza en la cual se encontraban estos Santos personajes, esto es, Jesús, María y José, y mucho más admiró la belleza, la Majestad y la Gracia del Divino Niño, como también la modestia y la belleza de la Divina Madre.
Nuestro José estaba todo humilde y resignado en esa pobreza tan grande, y con el corazón traspasado por la pena al pensar en el dolor que su Dios Humanado habría sufrido en la circuncisión, y por lo tanto dirigió súplicas al que lo debía circuncidar, de modo que lo hiciera de tal manera que su Niño no hubiese sufrido tanto dolor. Nuestro José estaba allí todo atento y apenado y miraba con amor y compasión al Divino Niño,
El Ministro les pregunto qué nombre querían imponer al Niño, y nuestro José humillándose no se animaba a decirlo, esperando que la primera en nombrarlo fuera la Divina Madre, pero por divina disposición lo nombraron conjuntamente. Se circuncido al Niño y se le puso el nombre de Jesús.
Al decir este nombre se doblegaron los Cielos, los bienaventurados espíritus lo adoraron, se alegró y 1ó adoró el mundo en las personas de María, de José y del Ministro que se lo impuso, tembló el Infierno y sintió el poder de ese gran nombre, aunque no supiera donde estaba ocurriendo eso. La Divina Madre y nuestro José sintieron una dicha inexplicable y fueron llenados de júbilo. El Ministro que pronuncia el gran nombre también sintió una gran e insólita dicha en su espíritu y una gran veneración frente a un nombre tan grande.
Nuestro José lloraba por el consuelo que sentía y también por la compasión hacia el Divino Niño, el cual lloró al derramar su Preciosísima Sangre.
Él Divino Niño lloró y ofreció al Padre Divino Sus lágrimas y su Sangre en reparación de los pecados del mundo, y fue acompañado el ofrecimiento también por la Divina Madre y por Ministro José porque Dios, en ese instante 1os ilumino interiormente y les dio a conocer los ofrecimientos que el Redentor hacía; por lo cual nuestro José lo acompañó en el Ofrecimiento y se ofreció también a sí mismo, mostrándose listo para cumplir en todo la Divina Voluntad. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*