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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 178* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 178*

*LIBRO 3*

*CAPÍTULO XI*

*REGRESO DE NAZARET*( continuación)


Mientras el Santo se deshacía totalmente en conversaciones con su amado Redentor. Este en acto sonriente apoyó su cabeza divina sobre el cuello de José y en ese acto le hizo gustar las más preciosas delicias del Paraíso. Cayó enseguida en éxtasis el Santo, y estuvo por un buen tiempo gozando su espíritu, teniendo a su Dios en sus brazos. La Divina Madre gozaba al ver tan consolado a su casto esposo y daba gracias a Dios.
Al volver el afortunado José del éxtasis, fijó la mirada en el Divino Niño y a la consideración de tantos favores, de tantas Gracias que recibía, lloraba con dulzura, y el Divino Niño le hacía muchos mimos y le hablaba al corazón narrándole cuanto le amaba y cuan grato le era a Él, por lo cual el Santo exclamaba: "¡0h!, ¡que hare Salvador mío por tanto bien que me habéis hecho? ¡Oh, que suerte es la mía teneros en mis brazos! ¿Quién lo creería que el más pequeño entre todos vuestros siervos fuera tan favorecido? Él Santo Simeón, después de haberos recibido entre sus brazos, otra cosa no supo desear que morir, y yo que tan a menudo tengo la suerte de abrazaros y de teneros por mucho tiempo estrechado a mi pecho, ¡que deseare, Señor mío, que deseare? Morir no tengo que desearlo, porque quiero gozar de Vos por mucho tiempo y porque tengo que estar con Vos y proveer a vuestras necesidades. Pues, ¡que puedo yo desear, sino amaros siempre y serviros fielmente y desear que todas las criaturas os conozcan, os amen y sean gratas por tantos beneficios que Vos dispensáis a todos, y sobre todo por haberos hecho hombre para redimir al género humano? Pues esto ansío, Redentor mío, esto deseo, esto pido, y haced que queden satisfechos mis deseos ardientes, mis deseos encendidos y mis súplicas presurosas". Él Divino Infante gozaba al oír a su José tan encendido de amor hacia Él y tan deseoso de su Gloria y del bien de todas las criaturas, y le mostraba el agradecimiento mirándolo amorosamente en actitud sonriente, jovial y a la vez majestuosa. Él Santo al contemplar como esa Majestad Divina se mostraba grata y amorosa, en él más se encendía el amor y la gratitud hacia su amado Dios. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*