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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 254* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 254*

*LIBRO III*

*DE EGIPTO A NAZARETH HASTA LA PÉRDIDA DE JESÚS*

*CAPITULO VI*

*ACONTECIMIENTOS DOLOROSOS Y ALEGRES DEL VIAJE*(continuación)

Nuestro José sufría también ciertas amarguras en este viaje, sobre todo cuando en alguna conversación que el Divino Niño mantenía con su Padre Divino, se le veía todo triste y angustiado. ¡Oh, entonces sí que nuestro José se amargaba!, no se atrevía a preguntar a su Jesús que sucedía y por qué motivo estaba así afligido. A lo sumo, le preguntaba si sentía algún malestar, pero el Divino Niño decía que no. ¡Oh!, a este punto deliraba el afligido José y decía dentro de sí: "Oh mi querido Jesús ¿qué tenéis Vos que os molesta? ¡Oh querido hijo, oh hijo inocente! ¿Vos entre sufrimientos?, ¿Vos que sois el Unigénito del Padre, el consuelo de todo el Paraíso, el alivio de nuestras almas? ¡Como sufre mi corazón al veros así entre angustias! ¡Ah, tal vez yo habré faltado en algo, tal vez lo habré disgustado!", y así más se amargaba el afligido José, tanto más que el Divino Niño no le decía nada, y siguiendo el viaje con su pena se dirigía con la mirada hacia la Divina Madre, y veía que Ella también estaba triste, haciendo compañía a su Divino Hijo; pero el Santo con la expresión de su rostro hacía entender a la Divina Madre su dolor y Ella lo consolaba mencionándole como el Divino Niño estaba conversando con su Padre Divino, afligiéndose por las ofensas que recibía del mundo.
Con esta explicación quedaba bastante tranquilo el afligido José. Al convencerse de que su Jesús no se afligía por su causa, se tranquilizaba y desaparecía su pena, aunque sintiera cierta amargura al verlo en esa pena. Y también él reflexionaba sobre muchas ofensas que su Dios recibía del mundo, y se dolía, derramando amarguísimas lágrimas, y permanecía inquieto hasta no ver tranquilizado a su Jesús, el cual luego le apaciguaba diciéndole: "Mi queridísimo padre mío, ;no sufráis demasiado, cuando me veis afligido!, ni esto os cause admiración, porque vos ya sabéis que Yo he venido al mundo para redimir al género humano, y siendo esta una misión de mucha importancia, estoy tratando continuamente de ella con mi Padre Divino. Yo sé cuánto mi Padre Celestial ama al mundo, y veo la recompensa que actualmente recibe del mundo ingrato, y también la que recibirá en el futuro, por lo cual no puedo menos que sentir toda la amargura. Si me veis afligido, no temáis que sea por causa vuestra, porque Yo os aseguro que vos sois para Mí un consuelo y no una pena". A estas palabras nuestro José se postraba en el suelo y bañado todo en lágrimas, le decía: "Compadeced y perdonad a vuestro siervo, porque es tanta la pena que siento al veros afligido y triste, que me siento traspasar el alma por lo estado; al estar con Vos siento alivio y alegría, y si Vos estáis afligido, yo por cierto no puedo vivir consolado". Y hacía muchas cordiales expresiones a su Jesús hablándole sobre el gran amor que le tenía y rogándole para que hiciera que toda la amargura que El sentía la traspasara a su corazón, porque más contento habría sido si el todo lo hubiese tenido que sufrir, con tal de que no hubiese tenido que sufrir su Jesús, al cual amaba mucho más que a sí mismo, más bien, todo su amor había depositado en El.

*Apóstoles de Su Amor*