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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 261* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 261*

*LIBRO III*

*DESDE EGIPTO A NAZARETH HASTA LA PÉRDIDA DE JESÚS*

*CAPITULO VIII*

*VISITA A JERUSALÉN*( continuación)

Al salir del Templo, nuestro José sin poder ocultar por más tiempo el favor sublime y las abundantes Gracias que había recibido, se postro a los pies del Divino Niño, en un lugar donde no podía ser visto de nadie, y le suplicó para que se dignara hacer sus veces para con el Padre Divino, rindiéndole aquellas gracias que se debían por tanta Bondad y Generosidad de su Dios hacia él, tan despreciable siervo. Igualmente solicito a su esposa María que diera gracias por él. María Santísima le aseguro que lo haría, lo mismo que su Divino Niño, el cual, le dijo a José: "¿No sabéis vos, mi querido José, que mi Padre Celestial es muy generoso? ¿No os dije Yo que os está preparada una gran recompensa?, y luego, ¿queréis que mi Padre Divino no os de alguna recompensa, también aquí en la tierra, por los muchos sufrimientos que vos habéis sufrido en este viaje? Gozad pues de los divinos consuelos, porque de alguna manera os los habéis merecido con vuestros sufrimientos, con vuestro ardiente amor y con vuestra obediencia y preocupación diligente, antes bien esperad siempre nuevas Gracias y nuevos favores por parte de mi amorosísimo y generosísimo Padre Divino".
Estas palabras eran como otras tantas flechas que penetraban en el corazón ardiente de nuestro José, y siempre más lo encendían en el amor y gratitud hacia su Dios; por lo cual el Santo se sentía abrazar y consumir en ese dichoso fuego que ardía en su corazón, y se veía delirar, y dirigiéndose a su Jesús y a la Divina Madre decía todo encendido de amor: "¡Oh!, ¿cómo se podría hacer que todas las criaturas ardieran del Amor de nuestro Dios? Oh mi querido y amado Jesús!, ¡qué podría hacer yo de modo que vuestro Padre Divino y Vos fuerais conocidos y amados? ¡Ah, y mi corazón vive impaciente de ello!". Y su Jesús lo consolaba diciendo: "Consolaos, mi querido padre, porque vendrá el tiempo en el cual mi Padre Celestial y Yo seremos amados por parte de muchos, y conocidos serán también por parte de muchos los grandes beneficios y el Amor inmenso que nosotros tenemos hacia el género humano".
Mucho se consolaba nuestro José frente a estas palabras, y levantando las manos hacia el Cielo daba gracias a su Dios por la feliz noticia que le daba, y dirigiéndose a su Jesús le decía: "¡Pues un día serán cumplidos mis ardientes deseos!, ¡pues vendrá el tiempo feliz en el cual Vos, Jesús mío, seréis amado, así como también vuestro Padre Divino! ¡Oh, que consuelo siente por lo tanto mi alma!". Luego invitaba a su Jesús y a la Divina Madre para alabar y agradecer al Padre Divino, y luego suplicaba a todos los coros angelicales para que lo hicieran en su nombre, y después a todas las criaturas.
Mucho gozaba el Divino Niño al ver a su querido José tan encendido de amor hacia su Padre Divino, y le demostraba su complacencia acariciándolo amorosamente.
( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*