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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 267* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 267*

*LIBRO III*

*DESDE EGIPTO A NAZARETH HASTA LA PÉRDIDA DE JESÚS*

*CAPÍTULO IX*

*VISITA A BELÉN*( continuación)

Siempre más se humillaba nuestro José diciendo a su Jesús y a su esposa: "¡Oh, que gran desconcierto es el mío al verme tan beneficiado por nuestro Dios! Que se digne dispensar estas Gracias a Vos, mi Jesús, y a vuestra Santa Madre, es justo pues sois grandes personajes, pero a mí que soy un despreciable siervo, ¡oh, esto sí que es una gran cosa!, yo no merezco ni puedo nunca merecer Gracias tan grandes, por lo cual pienso ciertamente que el Padre Divino en consideración de vosotros se digna beneficiarme tanto". A estas palabras, el Divino Niño le hablo acerca de la Providencia y de la Generosidad de su Padre Divino, por lo cual quedaron de nuevo extasiados, tanto nuestro José como la Divina Madre, porque era tanta la Gracia y la Sabiduría con la cual el Divino Niño hablaba que arrebataba los corazones de quien lo oía y hacía quedar extasiadas sus mentes.
Por lo tanto, nuestro José exclamaba: "¡oh Jesús, mi querido hijo y Señor!, ¿quién será que al oír vuestras divinas palabras no quede herido por vuestro Amor? ¡No es posible que al escuchar vuestras palabras divinas no se rindan todos los corazones, aunque sean duros! ¡Demasiado eficaces son vuestras palabras!, penetran en lo íntimo del alma y hieren el corazón. ¡Ah, cómo espero que todos los corazones queden prendados de vuestro Amor y que lleguéis a conquistar todas las almas perdidas por las culpas!". A estas palabras el Divino Niño se mostraba triste, sabiendo muy bien que grande habría sido la dureza y maldad de los corazones judíos, los cuales habrían tenido también la suerte de oír sus palabras divinas, pero le habrían hecho una resistencia tan dura y habrían quedado más endurecidos que nunca.
Esa noche nuestros Santos peregrinos la pasaron parte alabando conjuntamente al Padre Divino, parte en santos coloquios, parte orando y parte tomando algún descanso. Nuestro José estaba cerca de la pesebrera, donde tantas veces su Jesús había descansado, y no se alejaba de ella, y allí derramaba lágrimas de ternura. La Divina Madre se acercaba al sitio mismo donde había dado a luz a su Santísimo Hijo, renovándose también en Ella las alegrías y consuelos que había experimentado en ese mismo acto de darlo a luz. ( Continuará)

*Apóstoles de Su Amor*