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*VIDA DE SAN JOSÉ* *Hna. María Cecilia Baij* *Entrega 271* | 💐Libros católicos grabados💐 Apóstoles de Su Amor



*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Hna. María Cecilia Baij*

*Entrega 271*

*LIBRO III*

*DESDE EGIPTO A NAZARETH HASTA LA PÉRDIDA DE JESÚS*

*CAPÍTULO IX*

*VISITA A BELÉN*( Continuación)

Mientras tanto nuestros Santos peregrinos seguían su viaje, con mucho gozo y alegría por encontrarse cerca de su pueblo. Se iban de vez en cuando deteniendo porque estaban bastante abatidos y cansados por el largo y calamitoso viaje, y en estas paradas que hacían gozaban de los favores del Cielo, y nuestro José caía también en éxtasis. Acostumbraba, en cada parada que hacía, levantar los ojos al Cielo, y quedarse contemplando las grandezas de su Dios y de los gozos eternos que les esperan a los que cumplen la Voluntad de Dios.
Desde Niño nuestro José tuvo como costumbre mirar el Cielo y allí deleitarse contemplando a su Dios y los gozos de esa patria bienaventurada, y esto acostumbró hacer también durante todo el transcurso de su vida encontrando un consuelo inmenso al mirar el Cielo sabiendo que allí estaba amado Dios y decía a menudo a su Jesús: “¡Mi querido hijo!, aunque yo tenga el gran privilegio de tratar con Vos, de gozar de vuestra amabilísima Presencia y de contemplar en Vos la Divinidad escondida, a pesar de eso experimento un consuelo muy grande al mirar el Cielo, y mi corazón se llena de júbilo”. Y su Jesús le contestaba con toda gracia: —"Esto os hace maravillar porque allí habita mi Padre Divino en el Trono su Majestad, y allí está preparado para vos un lugar muy elevado, donde por toda la Eternidad gozareis y veréis al Padre Divino cara a cara. Veréis las bellezas increadas y gozaréis de los inmensos tesoros de la Divinidad"—.
A estas palabras nuestro José exultaba y lleno de alegría exclamaba: —"¡Oh Paraíso! ¡Cuando llegará para mí esa hora deseada en la cual seré hecho digno de entrar en él y de ver cara a cara a mi Dios y de gozar de Él? ¡Oh Dios mío, Dios mío!"— Y diciendo esto caía en éxtasis, y el Divino Niño gozaba mucho al ver a su José tan deseoso de ir a contemplar cara a cara a su Dios y deseaba que llegara pronto el tiempo de llevar a cabo la obra de la Redención, esto es, de su penosísima Pasión y Muerte, de modo que, al abrirse las puertas eternas, pudieran ser introducidas las almas a los eternos gozos del Paraíso.

*Apóstoles de Su Amor*