"Fue por nuestra necedad que Jesucristo eligió hacerse necio; por nuestra debilidad, que aceptó tomar la forma de la debilidad; por nuestra pobreza, que se hizo pobre; y por nuestra muerte, que asumió la muerte; y Él soportó todo esto por nuestro bien. Verdaderamente, no debemos dar sueño a nuestros ojos, ni reposo a nuestros párpados, sino más bien, rogar y suplicar a la benevolencia del Padre, hasta que su Hijo venga en nuestra ayuda, y así podamos hallar descanso con la venida de Jesús y fortalecernos, de modo que lleguemos a ser capaces de seguir a los santos, que están prontos a sostenernos en el tiempo de nuestra negligencia, para poder ayudarnos en el tiempo de nuestras tribulaciones. Y así, el que siembra y el que cosecha se alegrarán juntos.”
San Antonio Abad
