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𝗖𝗿ó𝗻𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗳𝗲𝘀𝘁𝗶𝘃𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗰𝗲𝗿𝗼 (Parte I) Jandr | Opía Magazine

𝗖𝗿ó𝗻𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗳𝗲𝘀𝘁𝗶𝘃𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗰𝗲𝗿𝗼 (Parte I)

Jandro Martínez

¿Cuánto tiempo se necesita para organizar un festival de Rock y metal valga la pena?

Creo que con certeza nadie lo sabe, pero lo cierto es que el que tuvo lugar este sábado fue ideado y preparado con mucho más tiempo de antelación del que en un inicio imaginaba.
Todavía recuerdo el mensaje de Marialis Martinez cuando me invitó a formar parte del evento:

"𝑪𝒂𝒓𝒊ñ𝒐 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒂𝒚𝒖𝒅𝒆𝒔, 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔, 𝒍𝒂 𝒓𝒆𝒄𝒆𝒑𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒃𝒂𝒏𝒅𝒂𝒔, 𝒍𝒐𝒔 𝒕𝒂𝒕𝒖𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔, 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒇é 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝟑:𝟎𝟎 𝒑.𝒎, 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒐𝒄𝒊ó𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒔𝒂𝒃𝒆𝒔, 𝒍𝒂𝒔 𝒐𝒇𝒆𝒓𝒕𝒂𝒔, 𝒍𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒅𝒂𝒔...."

Y yo para mis adentros me decía: es increíble como uno cuando va a los festivales en calidad de asistente se centra en compartir con sus amigos o en disfrutar de la música y apenas nota el esfuerzo y el trabajo que se encuentra detrás de todo.
Esa última semana antes del día 16 vaya que fué estresante y de que manera, y creo que el hecho de que la noche anterior al sábado me haya acostado a las 5 de la mañana porque aún me faltaban actividades por promocionar lo demuestra a la perfección.

Casi no había dormido la noche antes, pero finalmente había llegado el tan esperado día y había que entregarse con todo. Cuando llegué a la Madriguera desde temprano ya Marialis estaba allí, a la que podría definir perfectamente desde que la ví con una sola palabra: eléctrica.

!Vaya que se mantuvo activa esta muchacha! Pues no paró de moverse de un lado a otro ni siquiera un segundo.
Organizamos las tareas desde temprano, y nos pusimos manos a la obra.

Siempre me acuerdo de un profesor de la universidad que me decía que el tiempo en Cuba es referativo, y que cuando le pones a alguien un horario lo más probable es que llegue entre una o dos horas después. (En ese sentido la verdad es que nosotros los frikis somos auténticos maestros)
Pero no, sorprendentemente desde las 10:00 de la mañana ya comenzaban a llegar los emprendimientos, al igual que un poco de público, y había que moverse porque la gente luego de saludarme al momento me preguntaba por la rifa. Había prometido en redes encargarme de ella y era una de mis tareas, así que me tocaba salir un poco de mi zona de confort habitual y comenzar a dialogar a la vez que les entregaba el ansiado numerito.

Fue una mañana complicada, y sobre todo calurosa.
"-𝑯𝒂𝒚 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒄𝒂𝒓 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒆𝒔𝒂𝒔 𝑱𝒂𝒏𝒅𝒓𝒐, 𝒍𝒂𝒔 𝒔𝒊𝒍𝒍𝒂𝒔, 𝒂𝒄𝒖é𝒓𝒅𝒂𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒏𝒆𝒈𝒐𝒄𝒊𝒐, 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒕𝒆 𝒂𝒕𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒂 𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔...-"

¿Y los tatuadores? ¿Por qué no han llegado? Me digo a mi mismo en voz alta y un amigo me responde: -es que ellos aveces son más divos que hasta los mismos músicos-. (Me río para mis adentros y le asiento con la cabeza)

Al fin llegan, #Raven, #Osva, #Igolka. Ya están todos, pero ahora luego de organizarlos hay que buscarles agua y estar al tanto de sus necesidades, otra de las tareas que me tocan. Aprovecho un momento de paz y hago una directa. La primera de tantas que haría durante el resto de la noche.

Algo que me resultó super curioso fue la idea de invitar a la colonia #Aldama para realizar una adopción de gaticos. ¿Habían visto algo así en un festival capitalino antes?

Pues fue una de las dos iniciativas que causaron sensación dentro del evento, porque la otra, fue pero por mucho, la venta de la #hidromiel.

No creí que fuera a ser tan exitosa la bebida de los nórdicos ancestrales, pero vaya que lo fue. Duergar Hidromiel empezó con muestras gratis para "calentar el pico" a los curiosos y de ahí en adelante no dejó de vender. (He de confesar y de reconocer que me tomé 7 vasos )