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Tenemos una imagen de ésto en el AT: el tabernáculo. Cuando el | Jesús, el Verbo de Dios

Tenemos una imagen de ésto en el AT: el tabernáculo. Cuando el sacerdote entraba en una habitación llamada el Lugar Santo, solo podía ver a la luz de un candelabro de oro, Éx 25:31-40.
Como todo lo demás en la habitación, había sido cuidadosamente diseñado de acuerdo con el modelo que Dios le dió a Moisés.

El candelero es una imagen de luz espiritual. El oro habla de valor. El aceite simboliza al Espíritu Santo. Las seis ramas que salen del eje central representan la unidad en pluralidad.
El símbolo de la flor del almendro está vinculado al sacerdocio ungido de Dios, Núm 17:1-8.
Cuando todo ésto se combina con una referencia del NT que usa un candelabro de oro para representar a la iglesia, Ap 1:20, tenemos la imagen completa. Dios da luz a través del Espíritu, que obra a través de Su congregación. 1Pe 2:9.

Sí, el Espíritu Santo nos da la luz que necesitamos. ¿Pasamos tiempo a diario en oración y leyendo la Palabra de Dios para poder aprovecharla? (Mart Haan)

Espíritu Santo, con luz divina,
brilla sobre éste corazón mío;
Persigue las sombras de la noche,
convierte mi oscuridad en día.(Junco)

La luz de la santidad de Dios
convence al pecador
y guía al santo.

(v 80) 'Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel."

Aunque era hijo de un sacerdote, no subió, como Samuel, cuando era niño, a ministrar delante del Señor; porque iba a preparar el camino para un mejor sacerdocio.

El futuro predicador del arrepentimiento, para poder reclamar con más valentía a sus oyentes de los encantos del mundo, pasa la primera parte de su vida en los desiertos.
Y el niño creció, en estatura corporal y se fortaleció en espíritu, porque junto con su cuerpo al mismo tiempo, su don espiritual aumentó, y las obras del Espíritu se manifestaron cada vez más en él. (Teófilo)

O creció en espíritu, no permaneciendo en la misma medida en que había comenzado, sino que el Espíritu crecía siempre en él.
Su voluntad siempre tendía a cosas mejores, estaba haciendo sus propios avances, y su mente siempre contemplaba algo más divino, mientras su memoria se ejercitaba, para poder acumular más y más cosas en su tesoro y retenerlas con más firmeza.
Porque la naturaleza humana es débil.
Muchos se fortalecen en la carne, pero el luchador de Dios debe ser fortalecido por el Espíritu para que pueda aplastar la sabiduría de la carne.
Por tanto, se retira para escapar del ruido de las ciudades y de la aglomeración de la gente.
Y estaba en los desiertos, donde el aire es más puro, el cielo más claro y Dios es un amigo más cercano, para que como aún no ha llegado el momento de su bautismo y predicación, pueda tener tiempo para orar e invocar a Dios y temiéndole, diciendo: He aquí, aquí estoy. (Origen)

O estaba en los desiertos porque si hubiera estado en el mundo, tal vez hubiera sido corrompido por la amistad y la conversación del mundo.
Y para que el que iba a predicar a Cristo también fuera estimado digno de confianza.
Pero estuvo escondido en el desierto hasta que agradó a Dios mostrárselo al pueblo de Israel, hasta el día de su manifestación a Israel. (Teófilo)

Las grandes mentes se crían en soledad. Los lugares solitarios son enfermeras aptas para los héroes de Dios. Seríamos mucho mejores si estuviéramos solos con más frecuencia; en el solemne silencio de la naturaleza, los espíritus santificados encuentran una atmósfera agradable. (Spurgeon)

De su eminencia en cuanto al hombre interior: El niño creció en las capacidades de su mente, mucho más que otros niños; de modo que se fortaleció en espíritu; tenía un juicio y una resoluccion firmes. 
La razón y la conciencia (ambas son la vela del Señor) eran tan fuertes en él que tenía las facultades inferiores del apetito y la pasión en completa sujeción al tiempo. 
La bendición de Dios es el consuelo del pan: sin él, el pan no alimentaría más que un pedazo de tierra.
Por ésto pareció que en algún momento estaba lleno del Espíritu Santo; porque los que son fuertes en el Señor son fuertes en espíritu. (M Henry)