Get Mystery Box with random crypto!

Jesucristo no se aparece a Sus santos cada día. Él no vino a v | Jesús, el Verbo de Dios

Jesucristo no se aparece a Sus santos cada día.
Él no vino a ver a Jacob hasta que no estuvo en aflicción; Él no visitó a Josué antes de que estuviera a punto de involucrarse en una guerra santa. Es solamente en condiciones extraordinarias que Cristo se manifiesta así a Su pueblo.

Cuando Abraham intercedió por Sodoma, Jesús estaba con él, pues uno de los empleos más elevados y más nobles de un cristiano es ese de la intercesión, y es cuando él está ocupado de esa manera que tendrá la probabilidad de obtener una visión de Cristo.
Jacob estaba involucrado en luchar, y esa es una parte del deber de un cristiano, que nunca han experimentado algunos de ustedes; consecuentemente, ustedes no tienen muchas visitas de Jesús.
Fue cuando Josué estaba ejercitando la valentía que el Señor se encontró con él.
Lo mismo con Sadrac, Mesac y Abed-nego: ellos se encontraban en los lugares altos de la persecución debido a su apego al deber, cuando Él vino a ellos, y les dijo: "estaré con ustedes, pasando a través del fuego."

Hay ciertos lugares especiales en los que debemos entrar, para encontrarnos con el Señor. Debemos encontrarnos en grandes problemas, como Jacob; debemos estar en medio de grandes trabajos, como Josué; debemos tener una gran fe de intercesión, como Abraham; debemos estar firmes en el desempeño de un deber, como Sadrac, Mesac, y Abed-nego; de lo contrario no lo conoceremos a Él "cuyas salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad."

O si lo conocemos, no seremos capaces de "comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento."

¡Dulce Señor Jesús!
Tú, cuyas salidas fueron desde el principio, desde los días de la eternidad, Tú no nos has abandonado.

¡Oh, que salieras hoy para animar al desmayado, para ayudar al cansado, para sanar nuestras heridas, para consolar nuestras aflicciones!
¡Sal, te suplicamos, para conquistar a los pecadores, para someter corazones endurecidos; para romper las puertas de hierro de las concupiscencias de los pecadores, y cortar las barras de hierro de sus pecados y hacerlas pedazos!
¡Oh, Jesús! ¡Sal; y cuando salgas, ven a mí!
¿Soy un pecador endurecido?
Ven a mí; yo te necesito:

"¡Oh!, que tu gracia someta mi corazón;
Quiero ser llevado triunfante también;
Un cautivo voluntario de mi Señor,
Para cantar Tu Palabra
sin temor."

¡Pobre pecador! Cristo no ha dejado de salir todavía.
Y cuando sale, recuerda, va a Belén.
¿Tienes tú un Belén en tu corazón?
¿Eres pequeño como Belen?
Él saldrá a ti todavía.
Ve a casa y búscalo por medio de una oración sincera.
Si has sido conducido a llorar a causa del pecado, y te sientes demasiado pequeño para que te vean, ¡ve a casa, pequeño! Jesús viene a los pequeños; Sus salidas son desde el principio, y Él está saliendo ahora.
Él vendrá a tu vieja casa; Él vendrá a tu pobre corazón desdichado;
Él vendrá, aunque estés en la pobreza, y estés cubierto de harapos, aunque estés desamparado, atormentado y afligido; Él vendrá, pues Sus salidas han sido desde el principio, desde los días de la eternidad.
Confía en Él y El habitará en tu corazón por toda la eternidad (Spurgeon)