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'Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos a | Jesús, el Verbo de Dios

"Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría". Sal 90:12
Una vida corta debe ser sabiamente gastada.
No tenemos suficiente tiempo a nuestra disposición para justificar que gastemos mal un solo cuarto de hora. Tampoco estamos seguros de tener suficiente vida para justificar que posterguemos por un momento. Si fuéramos sabios de corazón deberíamos ver esto, pero la mera sabiduría de la cabeza no nos guiará correctamente (Spurgeon)

(v 35) "Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra."

Porque aquel día no llegará cuando los hombres lo esperan, sino que vendrá de improviso y a escondidas, tomando por lazo a los incautos.
Porque como un lazo vendrá sobre todos los que se sientan sobre la faz de la tierra.
Pero esto podemos guardarlo diligentemente lejos de nosotros. Porque aquel día tomará a los que se sientan sobre la faz de la tierra, como a los irreflexivos y perezosos. Pero todos los que son rápidos y activos en el camino del bien, no se sientan y holgazanean en el suelo, sino que se levantan de él, diciéndose a sí mismos: Levántate, vete, porque aquí no hay descanso para ti. Para tales, ese día no es como una trampa peligrosa, sino un día de regocijo.
Les enseñó pues a tener cuidado con las cosas que acabamos de mencionar, para que no caigan en la indolencia que de ellas se deriva. (Teófilo)

(v 36) "Velad, pues, y orad siempre, para que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que sucederán, y de estar en pie delante del Hijo del hombre."

A saber, hambre, pestilencia y cosas semejantes, que por un tiempo sólo amenazan a los elegidos y a otros, y también aquellas cosas que en lo sucesivo serán la suerte de los culpables para siempre.
De éstos no podemos escapar de ninguna manera, excepto velando y orando. (Teofilo)

Se supone que este es el vuelo que menciona Mateo; lo cual no debe ser en invierno ni en día de reposo. Al invierno pertenecen las preocupaciones de esta vida, que son lúgubres como el invierno, pero al sábado la glotonería y la embriaguez, que ahoga y sepulta el corazón en la lujuria y deleite carnales, ya que en ese día los judíos están sumergidos en los placeres mundanos, mientras están perdidos para un sábado espiritual.(Ago)

Y porque el cristiano necesita no sólo huir del mal, sino esforzarse por alcanzar la gloria, añade: "Y estar delante del Hijo del hombre".
Porque esta es la gloria de los ángeles, estar en pie ante el Hijo del hombre, nuestro Dios, y contemplar siempre su rostro. (Teófilo)

Ahora bien, suponiendo que un médico nos mande tener cuidado con el jugo de cierta hierba, no sea que nos sorprenda una muerte súbita, deberíamos atender su orden con la mayor seriedad; pero cuando nuestro Salvador nos advierte que evitemos la embriaguez y la glotonería, y las preocupaciones de este mundo, los hombres no tienen miedo de ser heridos y destruidos por ellos; porque la fe que ponen en la advertencia del médico, desdeñan darla a las palabras de Dios. (Beda)

Velar y orar deben ir juntos, Neh 4:9
Los que quieran escapar de la ira venidera y asegurarse de los gozos venideros, deben velar y orar, y hacerlo siempre, deben convertirlo en el negocio constante de sus vidas, Mantenerse en guardia.
Velad contra el pecado, velad por todo deber, y por aprovechar toda oportunidad de hacer el bien.

Estad despiertos, y velad, en espera de la venida de vuestro Señor, para que podáis estar en condiciones de recibirlo.

Para mantener su comunión con Dios: "Orad siempre; estad siempre en una disposición habitual para ese deber; mantened los tiempos establecidos para ello; abundad en ello; orad en todas las ocasiones". Serán considerados dignos de vivir una vida de alabanza en el otro mundo los que vivan una vida de oración en este mundo (Matthew Henry)

"Para que seáis tenidos por dignos" Grande es el énfasis de esta palabra, (dice el sabio Beza), porque nos da a entender que debemos todo a la libre elección de Dios, quien nos amó primero, y por eso nos aceptó por dignos, Ap 3:4 (Trapp)