2021-11-12 15:11:05
La serpiente y la luciérnaga:
En cierta ocasión una serpiente comenzó a perseguir a una luciérnaga.
Esta al darse cuenta… ¡huyó muy rápido llena de miedo!, alejándose de la feroz depredadora. Pero la serpiente ¡no dejo ni un momento ese intento por alcanzarla!, esta no pensaba desistir en atraparla. La luciérnaga… pudo escapar durante el primer día, pero la serpiente no desistía… Dos días y nada. Al tercero ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo ese agitado vuelo y le dijo a la serpiente:
-¿Puedo hacerte tres preguntas?
Y la serpiente le respondió:
-No acostumbro escuchar a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
-Dime: ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? -preguntó la luciérnaga.
-¡No! -contestó la serpiente.
-¿Te he hecho algún mal? –dijo la luciérnaga.
-¡No! -respondió de nuevo su cazadora.
-Entonces, ¿cuál es la razón por la que quieres acabar conmigo?
-¡Porque no soporto verte brillar!... esa fue la última respuesta de la serpiente.
La luciérnaga se quedó analizando por un momento… quería entender esta situación, porque no le encontraba ningún sentido. Y una vez que entendió -que el único sentimiento que recorría todo el cuerpo de la serpiente era la envidia-, volteó a verla… le sonrió y de inmediato comenzó a volar más y más alto. De esta forma la serpiente tuvo que alzar la mirada y se quedó viendo cómo la luciérnaga se alejaba, demostrándole que estaba totalmente fuera de su alcance.
Estando en lo más alto, la luciérnaga le gritó a la serpiente:
-Es hora de que aprendas a brillar tú misma de un modo tan hermoso, que aún nosotras las luciérnagas, observemos con admiración tu gran resplandor.
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