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Frances Ridley Havergal, nacida el 14 de diciembre de 1836 en | 👑 Vidas que Inspiran ✝



Frances Ridley Havergal, nacida el 14 de diciembre de 1836 en Astley, Reino Unido. Hija de una familia inglesa distinguida. Se deleitaba en la adoración oración y lectura de la Biblia, de la que a una edad muy temprana había memorizado muchos pasajes. A los 4 años empezó a leer, a los 7 ya escribía versos. Aprendió latín, griego y hebreo, y a memorizar los salmos, el libro de Isaías, y la mayor parte del Nuevo Testamento.

En febrero de 1851, con un corazón muy cargado, fue a Okehamton "anhelando saber que estaba perdonada". En poco tiempo la señorita Cooke llegó a ser su confidente, y un día, después de una larga conversación, le preguntó: "¿Por qué no puedes confiar tu vida al Salvador de una vez?" "Sí que puedo". Corriendo escaleras arriba entregó su semanal Salvador, y bajó más tarde sintiendo que había confiado en Cristo. Esta es la fuente del río, desde entonces la bendición ha fluido sin parar.

Este es el himno más querido de la Srta. Havergal. Fue escrito en 1874, y su aceptación mundial se ve en que ha sido traducido a una docena de idiomas Europeos e incluso a varios de Asia y África.

Ella misma escribió: “Tal vez estés interesado en conocer el origen del himno de consagración, «Que mi vida entera esté consagrada». Fui por una corta visita de 5 días (a Areley House). Había 10 personas en la casa, algunos inconversos y por los que hacía tiempo que se oraba, y otros convertidos pero que no eran Cristianos gozosos. Dios me dio la oración: «Señor dame TODA esta casa». Y Él lo hizo. Antes de marcharme todos habían recibido una bendición. La última noche de mi visita, después de haberme retirado a dormir, la gobernanta me pidió que fuera a ver a las dos hijas. Estaban llorando. Allí las dos creyeron y se regocijaban. Era casi medianoche. Estaba demasiado contenta como para dormir, y pasé la mayor parte de la noche en alabanza y renovando mi propia consagración; y estas pequeñas coplas se formaron y repicaron en mi corazón una tras otra hasta concluir con: «Siempre, SOLO, TODO para Ti!».”

La vida de Frances Ridley Havergal era en verdad una vida de consagración. Así escribía a un amigo: “El Señor me ha enseñado otro pequeño paso, y por supuesto lo he dado con gran deleite. «Toma mi plata y mi oro» (1ª línea de la 2ª estrofa en inglés), ahora significa embarcar todos mis adornos para la Casa Misión de la Iglesia (incluyendo un joyero que es propio de una condesa)... Me quedo con un broche o dos para el uso diario, que son recuerdos de mis parientes queridos, también un medallón con una foto de mi sobrina que está en el cielo, mi Evelyn, y sus dos anillos... Casi 50 artículos están siendo empaquetados. Creo que nunca he cerrado una caja con tanto placer.”