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¿No será que Jesús deja que vengan las tormentas de la vida pa | Algo del Evangelio

¿No será que Jesús deja que vengan las tormentas de la vida para que no nos olvidemos que él es el dueño de la historia, de la creación, de la barca, de la Iglesia, incluso de nuestra propia vida? ¿No será que a veces es necesario experimentar que nos hundimos para que recordemos que somos frágiles y necesitados de su amor? ¿No será que tenemos miedo porque somos hombres y mujeres de poca fe? ¿No será que tenemos poca fe porque nos creemos que somos los capitanes del barco de nuestra vida y no nos damos cuenta de que los «hilos» en el fondo los maneja él? ¿No será que nos acordamos de Jesús, a veces, solo en las tormentas?
Si andás en medio de una tormenta de la vida, en medio de la oscuridad, pensando que Jesús no está, que todo parece una mentira, que en realidad él no se hizo cargo de tus problemas, que se durmió cuando más lo necesitabas… gritá. Gritá y andá a despertar a Jesús, aunque él no lo necesite, lo necesitás vos. Vos y yo tenemos que aprender a pedir ayuda y no esperar a que el barco se hunda para que los demás sepan lo que nos pasa. La vida es linda, es verdad, pero también es difícil. No es de poco hombre gritarle a Jesús que nos salve. Es de fuertes. Es fuerte el que reconoce la debilidad y, en realidad, es débil el que jamás se reconoce débil.
Si todavía no pasaste tormentas, no te olvides de este Evangelio cuando te toque vivirla. En tiempos de tormentas se aconseja no tomar grandes decisiones, no cambiar lo decidido, mantenerse en el barco, firmes. Porque en ese barco está Jesús siempre. El tiempo de tormenta es tiempo de crecimiento, tiempo de prueba, porque es tiempo de fe, de confiar, de soltar, de saber que tarde o temprano todo pasará y aparecerá Jesús para calmar las aguas que nos atemorizan.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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P. Rodrigo Aguilar