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Comentario a Mateo 9, 1-8: Aquel que empieza a amar más a | Algo del Evangelio

Comentario a Mateo 9, 1-8:

Aquel que empieza a amar más a Jesús… aquel que recibe esa invitación y comienza a hacerla carne en su vida, jamás se queda solo, jamás está solo, al contrario, no le alcanza el tiempo para dar amor y para recibirlo de tantos que se cruzan por su vida. El amor familiar, el amor de hijos a padres y de padres a hijos, es uno de los regalos más lindos que puede recibir una persona en la vida, pero al mismo tiempo es limitado, y es solo un reflejo de lo que es el amor de Dios, hacia nosotros y de nosotros hacia él. Por eso el amor humano se transforma en «trampolín», en instrumento, en medio para amar a Dios Padre, a Jesús, guiados por el Espíritu Santo. Por eso hay que animarse a amar más a Jesús sin miedo, sin temor a quedar en ridículo, sin temor a parecer «fanáticos», como dicen algunos, sin respetos humanos de pensar en lo que están pensando los otros, sin miedo a un mundo que, en el fondo, no nos respeta, sino todo lo contrario, se nos burla.
Vos que estás escuchando, seguro que tendrás experiencia, o la estarás teniendo, de lo que realmente cambia la vida, la fe, por ejemplo, pensá en la cantidad de gente, de corazones que conociste gracias a la Iglesia, gracias a que te entregaste de algún modo a Jesús. Pensá en los distintos horizontes que pudiste descubrir gracias a la fe tuya y la compartida. Rezá y pensá en la cantidad de vivencias que te abrieron el alma gracias a estar en esa parroquia, en ese grupo, en ese movimiento, en ese servicio que te animaste a empezar alguna vez. Pensá en la cantidad de gente que gracias a la palabra de Dios conociste y ayudaste (es una maravilla), en los grupos que ahora reciben estos audios, en los grupos que vos tenés y armaste, las personas que fuiste conociendo en el camino solo por el amor de Jesús. Amar más a Jesús nos ensancha el corazón y nos hace amar más y mejor a los otros, no te lo olvides nunca.
Algo del Evangelio de hoy nos puede llenar el corazón de certezas y de alegrías. No te asustes de lo que voy a decir, pero la fe en grupo, en patota, como decimos por acá es mucho más linda y verdadera que la solitaria y muy segura de sí misma. Sé que es una palabra que suena un poco fea para esto, pero espero que la entiendas bien, creo que refleja un poco lo que pasa cuando la fe se comparte, cuando se vive en grupo, como la escena del Evangelio de hoy. Así dice la palabra: «Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”». No dice al ver la fe de «ese hombre», del paralítico, sino la fe de «esos hombres». ¡Qué lindo! La fe mueve montañas, pero la fe de a muchos, la fe entre amigos, la fe en grupo mueve cordilleras enteras. Podríamos preguntarnos a quién se refería Jesús con «esos hombres». ¿A quién se refería? Suponemos que a los que llevaban en camilla al paralitico, que, por otro Evangelio, sabemos que eran cuatro y que por la dificultad que tenían para pasar por la multitud que había, lo subieron al techo y de ahí lo bajaron, sí… así como escuchás, increíble. No se puede entender el milagro de hoy, el perdón y el volver a caminar de este hombre, si no es por estos hombres que llevaban al paralítico, que los podemos llamar «los camilleros». No sabemos si eran amigos o conocidos, pero hicieron lo que él no podía hacer, ir hacia Jesús. Camilleros o paralíticos, o ambas cosas al mismo tiempo. Eso somos en la vida. O también podríamos ser de los que no «pueden creer» que Jesús perdone los pecados, que en realidad es el verdadero milagro de este milagro. Ojalá que no seamos de esos. Pero… ¡Qué lindo que es ser «camilleros». ¡Qué lindo que es también que alguien alguna vez nos lleve en camilla a Jesús! En definitiva, todos se acercaron a él, unos por llevar y otros por ser llevados. Es así. A a mí y a vos nos llevaron alguna vez medio paralizados del corazón y otras veces nosotros acercamos a otros que andan sin poder «moverse» en esta vida. La vida es así, es un ida y vuelta como decimos muchas veces.