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Pánico escénico. Karl lleva 7 años profundizando en la fisiot | Canal Salva Fernández

Pánico escénico.

Karl lleva 7 años profundizando en la fisioterapia para niños y cada día se siente más satisfecho al comprobar las mejoras que tienen sus pacientes, tanto en velocidad como en la calidad de sus recuperaciones post-traumáticas.

En alguna ocasión se le pasa por la cabeza la idea de buscar colaboración directa con los traumatólogos infantiles, pero enseguida le asaltan sus propios fantasmas: “no me valorarán, ellos son médicos con especialidad y yo solo soy un simple fisioterapeuta, cuando lo pienso dudo de la aportación de mi trabajo con los niños, mi madre (traumatóloga) dice que solo ellos están capacitados para abordar un traumatismo y que lo demás son chorradas…”. Y siempre va al mismo punto de salida: “lo dejo estar y sigo con mis pacientes y mi camilla”.

"Oye Karl
Dime Jefa
He acordado con la Harvard Medical School, que darás una conferencia acerca de las posibilidades multidisciplinares que ofrece la fisioterapia en la recuperación de traumatismos infantiles. Tu eres un Crak y esto nos conviene a nivel de branding. Te vas la próxima semana. Prepara las maletas.
Queeeeee? Va…
"

Desde ese momento, Karl casi no duerme y sus pensamientos saboteadores se han hecho enormes. No consigue diseñar ningún guión, nada de su experiencia le parece de interés y tiene pesadillas con traumatólogos arrogantes y soberbios que ponen caras de repelencia, mientras él está hablando desde el atril. Padece de ansiedad y tiene ataques de pánico escénico, aunque quisiera poder conseguir el reto de una vez por todas.

Lo más probable es que nuestro Karl tenga una muy mala experiencia en Boston y que, a su regreso, descarte para siempre la idea de buscar sinergias con los traumatólogos y, sobre todo, lo de dar conferencias.

Y el motivo principal de su horrible trance procede del enfoque ante el reto: en todo momento, se está planteando impartir la conferencia pensando solo en él, en sus conocimientos, en sus lagunas, en si estará a la altura, en si conseguirá la aprobación de sus oyentes…Pensar en mi “yo” no es la mejor estrategia para dirigirme a un público que pueda estar escéptico o, directamente, negativo ante mi intervención. Porque cuando pienso en mi “yo”, lo primero que me asalta es el miedo a no ser suficiente y sus demoledores consecuencias: inseguridad, perfeccionismo paralizante, arrogancia autoprotectora, hostilidad…