Get Mystery Box with random crypto!

4. Si, por otra parte, el empleador pide al empleado que le ha | Apologética 1 Pedro 3, 15

4. Si, por otra parte, el empleador pide al empleado que le haga un trabajo personal para él fuera del contrato legal - digamos que un trabajo fuera de horario- y promete recompensarle, tal acuerdo no está sometido a un contrato legal ni, por tanto, el empresario está contractualmente obligado a pagar al empleado.

5. A pesar de eso, por la integridad personal del empleador, y quizás por la relación personal que ha cultivado con el empleado, aquél puede pagar gustosamente a éste lo que siente que se merece el trabajo extra incluso aunque no esté legalmente obligado a hacerlo. El empleador podría retractarse fácilmente de su promesa de pagar por el trabajo realizado fuera de horario, si no fuera porque es honesto y precisamente incapaz de rebajarse a una conducta tan innoble.

6. La relación de Dios con el hombre es muy parecida. A pesar de que el hombre no puede obligar legalmente a Dios a pagarle por su obra, Dios puede recompensarle por su obra “fuera de la ley”. Por su integridad personal y porque ha cultivado una relación personal con el individuo por la fe, Dios le reembolsará con su benignidad. Para Dios, que es recto, justo y compasivo, recompensar graciosamente las buenas obras del hombre es lo más apropiado.

7. No hay otro pasaje donde este principio en el trato de Dios con el hombre esté mejor enunciado que en Hebreos 6:10: “Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado a su nombre” (LBLA).

8. Una vez que nos esforzamos por ver nuestras obras ante Dios desde la perspectiva correcta, debemos concluir que Pablo no enseña que las obras de la ley, entendidas en el sentido apropiado, sean siempre la antítesis de la justificación. Debemos mantener que S. Pablo está condenando la justificación por la fe sólo con respecto a la obligación legal, es decir, cuando se intenta reclamar a Dios el pago por las obras, sin realmente preocuparse personalmente de Dios. Fuera del terreno de la obligación contractual, la obediencia a las leyes de Dios, en la forma que se expresa y practica en la virtud, coopera plenamente con la gracia en la justificación.

VI. Romanos 2: 5-10: la recompensa de las buenas obras es la vida eterna

1. Observemos cómo S. Pablo ve la distinción y la oposición entre las obras realizadas bajo la gracia y las obras realizadas por obligación legal. Elabora esta distinción cuando describe la bendición de Dios por las buenas obras y el juicio de Dios por las malas obras. Una de las primeras expresiones de Pablo del punto de vista positivo sobre las obras en orden a la salvación es la de Romanos 2: 6-8 (LBLA):
”: del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación”.

2. S. Pablo es claro al afirmar que Dios salva o condena basándose en las obras realizadas por el individuo. Consecuentemente, es también verdad que “ira e indignación” se refiere a lo contrario a la vida eterna, a saber, a la condenación eterna. Es el mismo contexto que usa en Romanos 6:23, donde dice: “porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

3. Al decir esto, tenga claro el lector que no estamos diciendo que S. Pablo enseñe en Romanos 2 que un hombre pueda “ganar” (en el sentido estricto, legal, de la palabra) la recompensa de la vida eterna. Insistimos, Romanos 4:4 deja incuestionablemente claro que, cuando uno intenta “ganar” su salvación basado en las obras, está obligando a Dios a “pagarle” con la vida eterna, lo que es anatema.

4. Por eso debemos concluir que las obras que Pablo requiere en Romanos 2:5-10 no son las que considera que ponen a Dios en una posición de obligación a pagar al individuo con la vida eterna. Antes bien, se presume que aquellos que “perseveran en hacer el bien” y que “buscan gloria, honor e inmortalidad” están haciéndolo bajo el impulso de la gracia y misericordia de Dios.