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5. Esto es precisamente el motivo por el que Pablo, en Romanos | Apologética 1 Pedro 3, 15

5. Esto es precisamente el motivo por el que Pablo, en Romanos 3:28, dice “que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”. En una perspectiva más amplia, “las obras de la ley” consisten en “obras hechas sólo bajo contrato legal” que demandan pago por su cumplimiento, sin tener en cuenta si la persona que hace la obra cree o no ni si ama o no a su benefactor.

6. A la inversa, si el hombre apela a la gracia de Dios, Dios le paga de su benevolencia, sin estar legalmente obligado a hacerlo así. Esta es la distinción primaria entre gracia y obras. S. Pablo reitera este principio en Romanos 11:6, cuando dice: “si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia” (Concilio de Trento, Sesión 6, Capítulo 8, Canon 1).

IV. La fe: el comienzo de la salvación

1. En contraste con las obras realizadas en un intento de obligar a Dios, Pablo habla de la justificación por la gracia de Dios por medio de nuestra fe (Romanos 3:22-24). Dios es un ser personal que quiere que el hombre se relacione con Él personalmente. Dios no es un empleador impersonal a quien acudimos por nuestra “paga” espiritual para después olvidarnos de Él el resto del día. Por eso, porque la fe es intrínsecamente personal, es la palabra ideal para describir a quien reconoce la verdadera identidad de Dios; a quien se interesa sinceramente por los propósitos y planes de Dios; a quien confía en que Dios es bueno y está cuidando de nuestros mejores intereses (Romanos 4: 18-22; Hebreos 11:1-40).
2. A la inversa, S. Pablo usa a menudo “obras” u “obras de la ley” como términos contractuales que connotan un tipo de relación impersonal empleador/ empleado: a alguien que está sujeto a un contrato para hacer un trabajo, pero que no está interesado en una relación personal con su empleador. Trabaja u obra con el solo propósito de la remuneración, pero no tiene auténtico respeto por las metas y aspiraciones de quien le paga. Se jacta de sus cumplimientos y aguarda ser pagado generosamente por su trabajo. Tales pretensiones son un insulto a Dios.

3. Para S. Pablo, los judíos de su tiempo eran el perfecto ejemplo de esta tesis. Los judíos realizaban sus obras ceremoniales en presencia de Dios y pretendían que por tal observancia meticulosa del pacto legal que Dios estableció con Abraham, Dios les debía la salvación, sin tener en cuenta su estilo de vida (Romanos 2-4). La respuesta de S. Pablo es clara: “¿Quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? (Romanos 11:35 LBLA).

V. ¿Pero acaso justifican las obras?

1. A pesar de que en muchos pasajes de la Escritura Pablo se esfuerza grandemente por distinguir lo más posible entre fe y obras, en otros crea la más íntima conexión entre fe y obediencia a la ley de Dios. Esta conexión es tan fuerte que es verdaderamente bíblico afirmar que sin obediencia a la ley es imposible ser justificado y entrar en el Reino del Cielo. El mismo S. Pablo dice en Romanos 2:13: “No son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley, ésos serán justificados” (LBLA) (v. Catecismo de la Iglesia Católica, número 1963, y Concilio de Trento, Canon 20).

2. A algunos les puede parecer esta conclusión contradictoria, ya que parece que estemos diciendo que la ley es, a la vez, condenatoria y salvífica. Sin embargo, una vez que entendemos la base para la distinción de Pablo entre obras hechas meramente por la remuneración legal como opuestas a las obras realizadas bajo los auspicios de la gracia de Dios, la aparente contradicción desaparece (v. Concilio de Trento, Sesión 6, Capítulo 5).

3. Para ayudar a entender el concepto de obras realizadas bajo la gracia, o lo que ya podemos introducir como “mérito gracioso”, podemos tomar prestado de la analogía de S. Pablo del empleador / empleado en Romanos 4:4. Ya hemos aprendido que si el empleado contrata con el empleador el pago por su obra, este arreglo es formalizado en un contrato escrito y es hecho vinculante por la ley, esto es, es un contrato legal.