2021-09-05 15:58:53
¿Quienes irían en muchedumbre a acompañar en funeral a una persona desconocida o poco querida? Es de notar lo grande que sería el dolor de esa mujer al ir a enterrar a un hijo joven, y además su hijo único.
Y para aquellos que desconocen a Jesucristo considerándolo un Dios triste, porque habló de respetar diez mandamientos, porque habló de penitencia, porque habló de cargar cada quien con su propia cruz. Anatole France, un ateo francés y escritor, decía que Jesucristo venía a quitar las alegrías y goces de este mundo…
¿Quien puede dar más grande gozo que aquel que devolvía vivos los muertos a sus familiares?
Bien lo ha comentado Santo Tomás de Aquíno, ¿cómo Jesucristo no va a poder devolver la vida a un muerto siendo que Él creo y dio vida al universo entero?
Estas resurrecciones fueron el preludio de su propia resurección y una advertencia: si fue capaz de devolver la vida a tantos, ¿cómo no iba a tener el poder de volver Él mismo a dar la vida al cuerpo humano que asumió?
Es por ello que San Pablo afirmó, “¿Dónde está oh muerte tu aguijón?”
1, Corintios, XV.
Una razón más para que no desesperemos cuando el luto nos visita. Si la vida ha sido buena, ¿a qué temeremos? La resurrección llegará tarde o temprano. Y si no, cuando ha habido señales de sincero arrepentimiento, confiar en la infinita misericordia de Dios.
Habrá llantos como los de la viuda de Naim, pero también ella fue sorprendida por la visita inesperada de Dios. Los llantos no serán eternos, cuando la conciencia está limpia o al menos contrita.
Asombremonos pues con San Agustín, más bien de las resurecciones de nuestras almas al salir del confesionario, que de las pequeñas resurecciones de cuerpos humanos.
Por ello cantamos todos los años en Pascua de Resurrección:
“Mors et vita duello conflixere mirando; dux vitæ mortuus, régnat vivus!“
“La vida y la muerte se enfrentaron en duelo y el Rey de la vida que había muerto, ahora reina vivo.”
Victimae Pascali Laudes.
Ave Maria.
P. Ricardo Ruiz V.
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