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Por Yamilé finalmente me enteré del por qué estaba ahí. Me iba | Hilo Cívico

Por Yamilé finalmente me enteré del por qué estaba ahí. Me iban a acusar de desacato por poner en mis redes “Diaz Canel Singao”, cosa que es posible pero que no recuerdo haber hecho. En cualquier caso no entiendo cómo poner en redes o decir “Diaz Canel Singao” es algo diferente a expresarse libremente. Lamentablemente Cuba es un país donde cientos de personas, en su mayoría jóvenes, están siendo ya no acusados, sino juzgados precisamente por decirlo el 11 de julio.

Desde que llegué pregunté el motivo por el cual me habían llevado para allá y todos me respondían que luego me enteraría. Cuando me dijeron calculo que habrían pasado unas dos horas desde que llegué.

Yamilé me explicó (más o menos) el procedimiento que debería seguir yo según la nueva ley de procedimiento penal en el caso de que yo me rehusara a declarar sin abogado, como suelo hacer. Dice que tengo 48 horas para llevar uno y declarar con él al frente.

Llegado a este punto creo que es válido recordar que yo anuncié por mis redes sociales minutos antes de salir, que me dirigía a presentar el recurso del Habeas Corpus para Roxana, Jonatan, Pedro y Yenia, desaparecidos forzosamente en la mañana mientras se dirigían hacia el Tribunal donde se ejecutaba el juicio de su familiar Andy García Lorenzo, preso político del 11 de julio, que nadie fue a mi casa con citación oficial alguna para que yo me presentara en las oficinas de Instrucción Penal por haber incurrido en un delito, y que yo fui forzosamente introducida en un auto particular por un grupo de seis personas de civil, cuatro que fueron en el auto conmigo y dos en una moto al lado.No entiendo entonces cómo de pronto yo estaba en Instrucción Penal acusada de desacato. ¿Desacato a quién? Al gobierno de Cuba que no desea que los ciudadamos ejerzamos nuestros derechos ni utilicemos los recursos que tenemos para defendernos como ciudadanos ante la arbitrariedad.

También llegó la doctora a tomarme la presión y a examinarme. Yo estaba entera. Oculté la contusión en la mano derecha porque sé por el testimonio de Leonardo Romero del 11 de julio, que a quienes tienen moretones o contusiones los dejan trancados hasta que se les quiten.

En eso entró la leona-hiena con cara de guaricandilla que ostentaba notablemente el calificativo fea y me dijo que tenía que desnudarme por motivos que no aclaró muy bien, o que yo no entendí porque su dicción tampoco es muy buena. Yo nunca he tenido problemas con eso. Menos aún en modelar estos huesos. Desde pequeña mi autoestima está alta en este sentido, pues mi vecina Zuly me decía que parecía una cuquita, así que siempre me he creído que estoy linda y rica. La leona-hiena no piensa lo mismo y así me lo hizo saber. Tuve que responderle como iba.

Un rato después me trajeron mis cosas para que yo las revisara delante de Claudia y Yamilé (como si no las hubiesen revisado los otros ya). Ahí la guajira Yamilé decidió que me ocuparían el teléfono, el disco duro donde llevaba los Habeas Corpus que me dirigía a imprimir para Roxana, Jonatan, Pedro y Yenia, y los earpods para hacerles un peritaje. Pues son esos los artículos que según ella yo uso para delinquir. Esa acta de ocupación de mis artículos personales para investigarlos sí que la firmé.

Aprovechando que tenía otra vez parte de mis pertenencias conmigo le dije a Yamilé que quería fumar, y después de repetírselo varias veces me sacó a un pasillo que hay detrás de la otra puerta del cuarto frío, un pasillo vacío. Después del cigarro ella y quien estaba dentro, que no sé quién era entonces, armaron una pantalla que nunca entendí, Yamilé me obstruyó el paso a lo que vi, por el cartel en la puerta, que en verdad se llamaba “sala de grabación”, me dijo que no podía entrar todavía, apagaron la luz del pasillo en el que estábamos, y cuando regresamos ya mis pertenencias habían vuelto a desparacer. No sé a qué estrategia responde esto, pero a mi solo me pareció una cosa bastante ridícula.