2020-07-11 19:00:08
COMPETENCIA INDIVIDUAL El principio de la competencia individual es el fundamento económico de la cultura moderna. El individuo aislado debe luchar con otros individuos del mismo grupo, procurando superarlos y, muchas veces, apartarlos de su camino. La ventaja de unos suele significar la desventaja de otros, y como consecuencia psíquica de esta situación establécese una difusa tensión hostil entre los individuos. Cada uno es el competidor real o potencial de todos los demás, situación que claramente se manifiesta entre los miembros de un mismo grupo profesional, tengan o no inclinación a la decencia en sus actos, o a disfrazarlos con una amable deferencia hacia los otros.
Ello no obstante, ha de destacarse que la competencia, y la hostilidad potencial que ésta encierra, saturan todas las relaciones humanas y constituyen, por cierto, factores predominantes en los contactos sociales. Dominan los vínculos entre hombre y hombre, entre mujer y mujer, y coartan profundamente la posibilidad de crear amistades sólidas, sea su objeto la popularidad, la competencia, el don de gentes o cualquier otro valor social. Como ya indicamos, perturban asimismo las relaciones entre hombres y mujeres, no sólo en lo atinente a la elección de la pareja, sino en la lucha con ésta por alcanzar la superioridad. Saturan también la vida escolar, y lo que acaso sea de mayor significado, minan la situación familiar, de modo tal que, poro común, se le inocula al niño este germen desde el comienzo mismo de su vida. La rivalidad entre padre e hijo, madre e hija y entre hermanos no es un fenómeno humano general, sino una respuesta a estímulos culturalmente condicionados. Cabe agregar, empero, que esta rivalidad no se halla, a su vez, biológicamente condicionada; antes bien, deriva de circunstancias culturales determinadas, y, además, que no sólo la situación familiar es susceptible de desencadenar la rivalidad; pues asimismo los estímulos de competencia obran desde la cuna hasta la tumba.
La potencial tensión hostil entre los individuos constantemente engendra temor a la posible hostilidad de los demás, reforzado por el temor de que éstos se venguen de la propia hostilidad. Otra importante fuente del miedo en el individuo normal es la perspectiva del fracaso; en efecto, el miedo al fracaso tiene carácter realista, pues en general las probabilidades de fracasar superan sobradamente a las de tener éxito, y en una sociedad competitiva los fracasos entrañan la frustración real de las necesidades personales. No sólo implican reveses económicos, sino también pérdida de prestigio y toda suerte de frustraciones emocionales.
Karen Horney, del libro "La personalidad neurótica de nuestro tiempo"#trastornos
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