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Escuela Sabática / Adventista

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Los últimos mensajes

2022-03-25 14:00:07 VIERNES, 25 DE MARZO DE 2022

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

“Después de que descendiera el Espíritu Santo ...l os creyentes se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran compasivos, considerados, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio por la causa de la verdad. En su asociación diaria, revelaban el amor que Cristo les había enseñado. Por medio de palabras y hechos desinteresados, se esforzaban por despertar ese sentimiento en otros corazones ....

“Pero gradualmente sobrevino un cambio. Los creyentes comenzaron a buscar defectos en los demás. Espaciándose en las equivocaciones, y dando lugar a una crítica dura, perdieron de vista al Salvador y su amor. Llegaron a ser más estrictos en relación con las ceremonias exteriores, más exactos en la teoría que en la práctica de la fe. En su celo por condenar a otros, pasaban por alto sus propios errores. Perdieron el amor fraternal que Cristo les había encomendado, y lo más triste de todo era que no se daban cuenta de su pérdida. No comprendían que la alegría y el regocijo se retiraban de su vida, y que, habiendo excluido el amor de Dios de sus corazones, pronto caminarían en tinieblas.

“Comprendiendo Juan que el amor fraternal iba mermando en la iglesia, se esforzaba por convencer a los creyentes de la necesidad constante de ese amor. Sus cartas a las iglesias están llenas de este pensamiento. ‘Carísimos, amémonos unos a otros –escribe–; porque el amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a otros’ ” (HAp 452, 453).

Preguntas para dialogar

1. La vida cristiana a menudo se considera que es una relación personal e individual entre Jesús y el creyente. Sin embargo, esto es solo un aspecto de la vida cristiana. ¿Por qué es importante recordar que Dios nos está guiando como grupo? ¿Cuáles son mis responsabilidades en relación con el grupo? ¿Qué puedo esperar del grupo?

2. ¿Cuáles son los mejores indicadores de que el amor fraternal es fuerte en una congregación? Prepárense para armar una lista en su clase de Escuela Sabática.

3. ¿Cuál es el verdadero amor fraternal? ¿Cuáles son sus características, causas y resultados? ¿Cómo lo diferenciarías del falso amor fraternal?---

Comentarios Elena G.W

Hijos e hijas de Dios, “Todos reunidos ante Cristo”, p. 363;

Exaltad a Jesús, “Sometámonos a Cristo”, p. 239.
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2021-12-24 14:00:03 Comentarios Elena G.W

Reflejemos a Jesús, 1 de noviembre, “Los hijos de Dios han de ser portaluces”, p. 311;

En los lugares celestiales, 7 de enero, “Solo un Redentor”, p. 15.
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2021-12-24 14:00:03 VIERNES, 24 DE DICIEMBRE DE 2021

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

“Cuando exclamaron airadamente: ‘¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?’, se pusieron en lugar de Dios, como si dispusieran de poder ellos mismos, hombres sujetos a las debilidades y las pasiones humanas. Abrumado por la continua murmuración y rebelión del pueblo, Moisés perdió de vista a su Ayudador omnipotente, y sin la fuerza divina se lo dejó manchar su foja de servicios con una manifestación de debilidad humana. El hombre que hubiera podido conservarse puro, firme y desinteresado hasta el final de su obra fue vencido al fin. Dios quedó deshonrado ante la congregación de Israel, cuando debió haber sido engrandecido y ensalzado” (PP 442).

“En el monte de la transfiguración, Moisés estuvo presente con Elías, quien había sido trasladado. Fueron enviados como portadores de la luz y la gloria del Padre para su Hijo. Y así se cumplió por fin la oración que elevara Moisés tantos siglos antes. Estaba en el ‘buen monte’, dentro de la heredad de su pueblo, testificando en favor de aquel en quien se concentraban todas las promesas de Israel. Tal es la última escena revelada al ojo mortal con referencia a la historia de aquel hombre tan altamente honrado por el Cielo” (PP 512).

Preguntas para dialogar

1. En cierto sentido, sí, Moisés resucitó y fue llevado al cielo poco después de su muerte. Pero, al mismo tiempo, al pobre Moisés (suponemos) le toca ser testigo del terrible desastre que sucede aquí abajo. Qué bueno es que la mayoría de nosotros resucitará al menos después de que todo el conflicto en la Tierra haya terminado, antes de la Segunda Venida. Por consiguiente, ¿en qué medida esto es una bendición mayor que la que experimentó Moisés?

2. La historia de la muerte de Moisés y su posterior resurrección, ¿en qué medida nos muestra que el Nuevo Testamento, aunque a menudo se basa en el Antiguo Testamento, nos lleva más lejos que este y, de hecho, puede arrojar mucha luz nueva sobre él?

3. La historia de la vida de Moisés, incluyendo su golpe en la roca en un ataque de ira, ¿sirve como ejemplo de lo que significa vivir por fe y ser salvo por fe, sin las obras de la Ley? Explica.

4. En clase, dialoguen sobre la promesa de la resurrección al final de los tiempos. ¿Por qué esto es tan básico para todas nuestras esperanzas? Además, si podemos confiar en Dios para esto, es decir, en que nos resucitará de la muerte, ¿no deberíamos poder confiar en él para todo lo demás? Después de todo, si él puede hacer eso por nosotros, ¿qué no podría hacer?
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2021-12-23 14:00:03 Comentarios Elena G.W

Pablo dirigió los pensamientos de los hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor. “He aquí —declaró el apóstol— os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados….entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?” …

Glorioso es el triunfo que aguarda al fiel. El apóstol, comprendiendo las posibilidades que estaban por delante de los creyentes corintios, trató de exponerles algo que los elevara del egoísmo y la sensualidad y glorificase su vida con la esperanza de la inmortalidad. Fervorosamente los exhortó a ser leales a su alta vocación en Cristo. “Hermanos míos amados —les suplicó—, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano” (Los hechos de los apóstoles, p. 258).

Para el creyente, la muerte es asunto trivial. Cristo habla de ella como si fuera de poca importancia. “El que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre”, “no gustará muerte para siempre”. Para el cristiano, la muerte es tan solo un sueño, un momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios y “cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Juan 8:51, 52; Colosenses 3:4.

La voz que clamó desde la cruz: “Consumado es”, fue oída entre los muertos. Atravesó las paredes de los sepulcros y ordenó a los que dormían que se levantasen. Así sucederá cuando la voz de Cristo sea oída desde el cielo. Esa voz penetrará en las tumbas y abrirá los sepulcros, y los muertos en Cristo resucitarán. En ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero (El Deseado de todas las gentes, p. 731).

El día mismo en que se corta el cordón de plata y se quiebra el tazón de oro (Eclesiastés 12:6), perecen los pensamientos de los hombres. Los que bajan a la tumba permanecen en el silencio. Nada saben de lo que se hace bajo el sol. Job 14:21. ¡Descanso bendito para los exhaustos justos! Largo o corto, el tiempo no les parecerá más que un momento. Duermen hasta que la trompeta de Dios los despierte para entrar en una gloriosa inmortalidad (El conflicto de los siglos, p. 537).
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2021-12-23 14:00:02 JUEVES, 23 DE DICIEMBRE DE 2021

LA RESURRECCIÓN DE TODOS NOSOTROS

Con la luz superadora del Nuevo Testamento, la exclusión de Moisés de la Tierra Prometida no parece un gran castigo, al fin y al cabo. En lugar de una Canaán terrenal y más adelante una Jerusalén terrenal (que durante toda su historia conocida ha sido un lugar de guerra, conquista y sufrimiento), “Jerusalén la celestial” (Heb. 12:22) es, incluso ahora, su hogar. ¡Una morada mucho mejor, de seguro!

Moisés es el primer ejemplo bíblico de la resurrección de los muertos que se conozca. Enoc fue llevado al cielo sin haber visto la muerte (Gén. 5:24), y Elías también (2 Rey. 2:11), pero hasta donde llega el registro escrito, Moisés fue el primero en haber resucitado a la vida eterna.

No sabemos cuánto tiempo Moisés durmió en la tierra, pero en lo que a él respecta, tampoco importa. Él cerró los ojos al morir, y si fueron tres horas o trescientos años, para él fue lo mismo. También es lo mismo para todos los muertos a lo largo de la historia; la experiencia de ellos, al menos en lo que respecta a estar muertos, no será diferente de la de Moisés. Cerramos los ojos al morir, y lo siguiente que sabremos es la segunda venida de Jesús o, desgraciadamente, el Juicio Final (ver Apoc. 20:7-15).

Lee 1 Corintios 15:13 al 22. ¿Qué gran promesa tenemos aquí, y por qué las palabras de Pablo tienen sentido solo si entendemos que los muertos duermen en Cristo hasta la resurrección?

Sin la esperanza de la resurrección, no tenemos ninguna esperanza. La resurrección de Cristo es la garantía de la nuestra; habiendo “efectuado la purificación de nuestros pecados” (Heb. 1:3) en la Cruz como nuestro Cordero sacrificial, Cristo murió y resucitó de entre los muertos y, a causa de su resurrección, tenemos la garantía de nuestra resurrección, siendo Moisés el primer ejemplo de un ser humano caído y resucitado de entre los muertos. Como consecuencia de lo que Cristo haría, Moisés resucitó; y por causa de lo que Cristo ha hecho, nosotros también resucitaremos.

A pesar de que al final flaqueó, podemos encontrar en Moisés un ejemplo de salvación por fe, fidelidad y confianza en Dios. Y, en todo el libro de Deuteronomio, podemos ver a Moisés procurando llamar al pueblo de Dios a una fidelidad similar. También nosotros, que estamos en la frontera de la Tierra Prometida, recibimos el mismo llamado.

¿No es este mismo Dios el que nos llama a la fidelidad? ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de no cometer los mismos errores que Moisés advirtió en Deuteronomio?
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2021-09-28 14:00:04 Comentarios Elena G.W

Durante más de mil años, los judíos habían esperado la venida del Salvador. En este acontecimiento habían cifrado sus más gloriosas esperanzas. En cantos y profecías, en los ritos del templo y en las oraciones familiares, habían engastado su nombre. Y sin embargo, cuando vino, no le conocieron. El Amado del cielo fue para ellos como “raíz de tierra seca”, sin “parecer en él ni hermosura;” y no vieron en él belleza que lo hiciera deseable a sus ojos. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. Isaías 53:2; Juan 1:11.

Sin embargo, Dios había elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos y las profecías que señalaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de salvación para el mundo (El Deseado de todas las gentes, p. 19).

Cuando Abraham recibió el llamamiento a ser un sembrador de la simiente de verdad, se le ordenó: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. “Y salió sin saber dónde iba”. Hebreos 11:8. Así el apóstol Pablo, orando en el templo de Jerusalén, recibió el mensaje de Dios: “Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los gentiles”. Hechos 22:21. Así los que son llamados a unirse con Cristo deben dejarlo todo para seguirle a él. Las antiguas relaciones deben ser rotas, deben abandonarse los planes de la vida, debe renunciarse a las esperanzas terrenales. La semilla debe sembrarse con trabajo y lágrimas, en la soledad y mediante el sacrificio (Palabras de vida del gran Maestro, p. 19).

El trabajar por la salvación de las almas es un empleo digno del más alto honor. No importa cuál sea la forma de nuestra labor, ni entre qué clase se verifique, ora sea elevada o humilde. A los ojos de Dios estas distinciones no afectan su verdadero valor. El alma sincera, ferviente y contrita, por ignorante que sea, es preciosa a la vista del Señor. Él pone su propia señal sobre los hombres, juzgándolos, no por su jerarquía, ni por su riqueza, ni por su grandeza intelectual, sino por su unidad con Cristo (Obreros evangélicos, p. 347).

Dios escogió a un pueblo ante todo el mundo, no únicamente para adoptar a sus hombres y mujeres como hijos suyos, sino para que el mundo recibiese por ellos la gracia que trae salvación. Tito 2:11. Cuando el Señor eligió a Abraham, no fue solamente para hacerlo su amigo especial; fue para que transmitiese los privilegios especiales que quería otorgar a las naciones. Dijo Jesús, cuando oraba por última vez con sus discípulos antes de la crucifixión: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”. Juan 17:19. Así también los cristianos que son purificados por la verdad poseerán virtudes salvadoras que preservarán al mundo de la completa corrupción moral.

La sal tiene que unirse con la materia a la cual se la añade; tiene que entrar e infiltrarse para preservar. Así, por el trato personal llega hasta los hombres el poder salvador del evangelio. No se salvan en grupos, sino individualmente. La influencia personal es un poder. Tenemos que acercarnos a los que queremos mejorar (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 33, 34).
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2021-09-28 14:00:03 MARTES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2021

EL LLAMADO DE ABRAM

Abram (que posteriormente se llamó Abraham) aparece por primera vez en la genealogía de Génesis 11, que viene inmediatamente después de la mención de la dispersión de Babel.

Lee Génesis 12:1 al 3, el llamado de Dios a Abram. Hoy, mirando hacia atrás después de la Cruz, después de la muerte de Jesús y la difusión del evangelio, ¿cómo entendemos lo que Dios prometió hacer a través de Abram?

Muchos siglos después, el apóstol Pablo, al tratar de oponerse a la herejía que estaba afectando a los Gálatas, señaló el llamado de Abraham, mostrándolo como una expresión temprana de lo que siempre habían sido las intenciones de Dios: el evangelio para el mundo. “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham” (Gál. 3:7-9).

El llamado de Abraham se expresó por primera vez en Génesis 12; el resto del Génesis es mayormente la historia de sus descendientes directos, una simiente disfuncional tras otra, que creaba una familia desordenada tras otra; y sin embargo, a través de ellos, la promesa finalmente se cumplió al llegar el momento crucial con el llamado de Moisés.

Lee Hechos 7:20 al 36, la descripción que hizo el mártir Esteban acerca Moisés y el Éxodo. ¿Cómo encaja esto con la promesa inicial de Dios a Abraham?

En un mundo inmerso en la ignorancia, el error y una generalizada falta de conocimiento de la verdad (las cosas no han cambiado mucho en más de tres mil años, ¿verdad?), el Señor llamó a un pueblo –a su pueblo–, la simiente de Abraham, a salir de Egipto. En él buscó no solo preservar el conocimiento de la verdad –es decir, el conocimiento de Jehová, y el plan de salvación– sino también difundir ese conocimiento al resto del mundo.

Hoy, ¿cómo nos vemos los Adventistas del Séptimo Día en relación con el resto del mundo? Es decir, ¿qué paralelismos existen entre nosotros y el antiguo Israel? Más aún, ¿qué responsabilidad nos asigna individualmente este paralelismo?
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2021-09-27 14:00:04 Comentarios Elena G.W

Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocentes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios los hizo entes morales libres, capaces de apreciar y comprender la sabiduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias, y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia. Debían gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a prueba. En el mismo principio de la existencia del hombre se le puso freno al egoísmo, la pasión fatal que motivó la caída de Satanás. El árbol del conocimiento, que estaba cerca del árbol de la vida, en el centro del huerto, había de probar la obediencia, la fe y el amor de nuestros primeros padres. Aunque se les permitía comer libremente del fruto de todo otro árbol del huerto, se les prohibía comer de este, so pena de muerte. También iban a estar expuestos a las tentaciones de Satanás; pero si soportaban con éxito la prueba, serían colocados finalmente fuera del alcance de su poder, para gozar del perpetuo favor de Dios (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 29, 30).

De los antediluvianos leemos: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal… Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”. Génesis 6:5, 13.

Dios advirtió a los habitantes del mundo antiguo de lo que se proponía hacer para limpiar la tierra de su impureza. Pero ellos se rieron con desprecio de lo que consideraron predicciones supersticiosas. Se burlaron del aviso de Noé sobre un diluvio próximo.

Cuando Cristo estuvo en la tierra amonestó sobre lo que le sucedería a Jerusalén porque el pueblo había rechazado la verdad, menospreciando los mensajes que Dios había enviado. Pero su advertencia fue desoída.

El Señor nos ha enviado, mediante sus embajadores, mensajes de advertencia declarando que el fin de todas las cosas se está acercando. Algunos escucharán esas amonestaciones, pero la gran mayoría no les prestará atención (En los lugares celestiales, p. 345).

El corazón en su estado natural es la habitación adecuada de pensamientos impíos y pasiones pecaminosas. Cuando se lo pone en sujeción a Cristo, debe ser purificado por el Espíritu, de toda contaminación. Esto no puede hacerse sin el consentimiento del individuo…

Solamente con su fortaleza pueden dominar las palabras y los actos. En la obra de guardar el corazón, debemos ser constantes en la oración y pedir ayuda al trono de la gracia incansablemente. Los que toman el nombre de Cristo debieran acudir a él con fervor y humildad, suplicando su ayuda. El Salvador nos ha dicho que debemos orar sin cesar. El cristiano no puede asumir siempre la actitud de la oración, pero sus pensamientos y deseos pueden dirigirse hacia arriba. Si habláramos menos y orásemos más, la confianza en el yo se desvanecería…

Los afectos debieran centrarse en Dios. Contemplad su grandeza, su misericordia y excelencia. Dejad que su bondad, su amor y perfección de carácter cautiven vuestro corazón (Sons and Daughters of God, p. 99; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 101).
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2021-09-27 14:00:04 LUNES, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2021

LA CAÍDA Y EL DILUVIO

Casi todos los niños en edad escolar han escuchado la historia de una manzana que cayó sobre la cabeza de Isaac Newton, ¡y hete aquí! Newton descubrió la gravedad. El hecho de que le haya caído una manzana sobre la cabeza no es el aspecto central; la cuestión es que la gran percepción de Newton (él tampoco descubrió la gravedad; cualquiera que se haya caído antes ya conocía la gravedad) fue comprender que la misma fuerza que dejaba caer la manzana –la gravedad– también mantenía a la luna en órbita alrededor de la Tierra; la Tierra, en órbita alrededor del Sol; y así sucesivamente.

Esto era importante porque, durante milenios, muchos creyeron que las leyes que gobernaban los cielos eran diferentes de las leyes que gobernaban la Tierra. Newton demostró que esta creencia era errónea.

Y, aunque la contribución de Newton fue en el ámbito de las leyes naturales, el mismo principio se aplica a la ley moral. La misma libertad, la libertad inherente al amor que llevó a la caída de Lucifer en el cielo, también llevó a la caída de la humanidad en la Tierra.

Lee Génesis 2:16 y 17; y 3:1 al 7. Estos versículos sobre gente perfecta, en un ambiente perfecto, creado por un Dios perfecto, ¿cómo revelan también la poderosa verdad sobre la libertad inherente al amor?

Después de la Caída, las cosas fueron de mal en peor, hasta el punto en que el Señor dijo acerca de la humanidad que “todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gén. 6:5). Y, si sus pensamientos eran malos, sus acciones seguramente también lo eran, hasta que las cosas se volvieron tan malas que el Señor destruyó el mundo entero con un diluvio, en cierto modo para darle a la humanidad la oportunidad de empezar de nuevo; una especie de segunda Creación. Sin embargo, como muestra la historia de la torre de Babel (Gén. 11:1-9), la humanidad todavía parecía decidida a desafiar a Dios. “Cuando la torre estuvo parcialmente completa, una parte de ella fue habitada por los edificadores; otras secciones, magníficamente amuebladas y adornadas, las destinaron a sus ídolos. La gente se regocijaba en su éxito, loaba a dioses de oro y plata, y se obstinaba contra el Soberano del cielo y la Tierra” (PP 113). Así, además de confundir su lenguaje, Dios esparció a la raza caída por la faz de la Tierra.

Toma nota mental de tus pensamientos durante el día. ¿Qué te enseña esto sobre el estado de tu corazón?
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2021-09-24 14:00:04 Comentarios Elena G.W

Cada día con Dios, 29 de abril, “Compromiso total”, p. 126;

Alza tus ojos, 20 de diciembre, “Escudriñad las escrituras”. p. 366.
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