2021-09-21 14:00:05
Comentarios Elena G.WEn el gran plan de Dios para la redención de la raza perdida, él se ha colocado en la necesidad de usar agentes humanos como su mano ayudadora. Debe tener una mano que lo ayude para alcanzar a la humanidad. Debe contar con la cooperación de quienes sean activos, prontos para ver las oportunidades, prontos para discernir lo que debe ser hecho para sus prójimos…
Por todos lados nos rodean almas afligidas. Busquemos para descubrir a esos dolientes, y digamos una palabra oportuna para consolar su corazón. Aquí y allí —por dondequiera— los encontraremos. Seamos siempre los canales por los cuales fluyan hasta ellos las refrigerantes aguas de la compasión…
Muchos están en tinieblas. Han perdido el rumbo. O saben qué camino tomar. Los que están perplejos busquen a otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando comiencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir. Serán consolados ellos mismos por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar a otros ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar del pesar y de la lobreguez. El corazón lleno del Espíritu de Dios brilla con cordialidad para con cada prójimo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1173).
El mensaje que salva las almas, el mensaje del tercer ángel, es el mensaje que ha de darse al mundo. Tanto los mandamientos de Dios como la fe de Jesús son importantes, inmensamente importantes, y deben ser dados con igual fuerza y poder. La primera parte del mensaje es la que se ha presentado más, mientras que la segunda lo ha sido solo de paso. La fe de Jesús no es comprendida…
¿Por qué se hallan tan callados nuestros labios acerca del tema de la justicia de Cristo y su amor por el mundo? ¿Por qué no le damos a la gente lo que los reavivará y reanimará con nueva vida?…
El carácter de Cristo es un carácter infinitamente perfecto, y él debe ser ensalzado, debe mantenerse en un sitio prominente, pues él es el poder, las fuerzas, la santificación y la justicia de todos los que creen en él (Reflejemos a Jesús, p. 74).
Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida”. Apocalipsis 14:6, 7.
En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. La proclamación del juicio es el anunció de que la segunda aparición del Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se denomina el evangelio eterno. Así se ve que la predicación de la segunda venida de Cristo, el anunció de su cercanía, es una parte esencial del mensaje evangélico (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 179, 180).
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