2021-11-07 00:02:34
ALGUNAS SEÑALES DE LA DUREZA DE CORAZÓN,
cuando no se trata bíblicamente con el pecado.
Ciertamente el Señor nos ha concedido el arrepentimiento y la fe como medios iniciales para desanimar y detener el poder corruptor del pecado, pues si este no es tratado, su poder carcomerá como gangrena. Sin embargo, el Espíritu Santo nos ha provisto de la mortificación del pecado para trabajar constantemente con él, de modo que este no escale y se convierta nunca más en el poder dominante.
Por la negligencia espiritual y la omisión en la observancia del corazón, muchos creyentes se han endurecido bajo el poder del pecado. Ellos deben saber que, si no se vuelven verdaderamente al Señor, confesando su pecado y apartándose de él, el pecado tomará lugar en su corazón y lo enceguecerá y endurecerá. Solo Dios sabe como un individuo endurecido va a terminar.
Por eso, sugiero algunos puntos de advertencia que indican que un creyente se está endureciendo, o se ha endurecido bajo un pecado:
1- El pecado ya no tiene el poder de inquietar demasiado la conciencia. Esto es, que entre más hay cercanía y práctica de tal o cual pecado, el corazón supera con más facilidad la inquietud, la vergüenza y el escándalo, que debe estar en el alma cuando un creyente sensible, peca.
2- El individuo que se endurece, procura justificar el pecado, es decir, que el pecado es excusado por el corazón, el alma no se inculpa tan severamente por cometerlo, sino que el individuo se convence que peca porque no tenía más alternativa o que bajo las mismas circunstancias otros lo harían, o que otros hombres con menos presión, pecaron igual o peor que él. El pecado no el llevado inmediatamente ante el tribunal de Cristo, sino que el individuo se convierte en el abogado del pecado.
3- En un alma endurecida, el pecado empieza a tomar otros pecados más a su alrededor para ser satisfecho y para ser excusado. Como aquel que roba, y luego tiene que mentir para no ser reprendido, y sostener su mentira con otras, para no ser descubierto, dejándole campo también al orgullo, pues el individuo no soportaría confesar su robo. En este ejemplo, como ve, el pecado toma a otros a su alrededor, con tal de nos ser tratado de forma bíblica.
4- El corazón que se endurece, procura lidiar con el fruto del pecado y no con la raíz del mismo. Como el ejemplo del robo, el individuo puede comprometerse a no robar más, mientras el corazón no lidió con la codicia que fue la que dio a luz el robo. Esta manera de obrar está muy cercana a la hipocresía, pues el individuo puede descansar en el hecho que no es un pecador, solo porque no es visible su mal, pero sigue con la pasión pecaminosa que lo llevará a pecar de otras maneras más “respetables”.
5- En un alma endurecida por el pecado, se tiene más temor por la consecuencia física o temporal del pecado, que del pecado mismo y de este en su perspectiva de una relación personal con Dios. Seguramente que, si no hubiera consecuencias de ese pecado, el individuo se daría a él. Esta es una muestra que este individuo no tiene conflicto con el pecado mismo sino con lo que le pueda traer. El creyente verdadero se distingue porque tiene conflicto contra el pecado, y de este como un mal, primeramente, delante de Dios.
6- En una persona endurecida por algún pecado, la pasión pecaminosa se vuelve más fuerte que la voluntad para resistirlo, y esto se vuelve un hábito que crece progresivamente. El pecado que un día fue resistido, luego es resistido débilmente, luego será solo reprendido, y al final, el pecado habrá tomado poder sobre la voluntad. Es el caso de nos ofrece Judas, quien empezó por resentirse con la devoción de los demás, siguió robando de la bolsa, luego entregó al Señor y finalmente, se suicidó. Si bien no creemos que esta sea el desenlace en un cristiano, sírvanos de ejemplo para saber cómo obra el pecado y cómo debilita cada vez más la voluntad.
82 viewsGabriel Galué Camacho, 21:02