2023-05-23 21:36:45
Reflexión:
Si este fin de semana, a Vinicius le hubieran recibido en Valencia al grito de «cornudo», «español de mierda», «ese portugués hijo puta es», «bastardo», «eta matalos», «enano», «cara polla», «fascista», «puta Espanya»... no hubiera pasado absolutamente nada. Nada, porque desgraciadamente aquí, en España, unos insultos son más lícitos que otros, dependiendo de en qué medida ofendan o no a los dictadores de la corrección política.
¿Por qué un insulto a un negro es más grave que un insulto a un blanco? ¿Por qué un comentario machista es más grave que un comentario hembrista? ¿Por qué los chistes de heteros son graciosos y los de homosexuales delitos de odio?
Esta lógica de sobreprotección social de ciertos colectivos se acaba traduciendo en leyes discriminatorias como la ley de «violencia de género» que establece que la agresión de un hombre hacia una mujer es más grave que la de una mujer hacia un hombre o en la creación de organismos como la Fiscalía del Odio, que establece que una agresión de un blanco a un negro es más grave que la de un negro a un blanco o la de un heterosexual más grave que la de un homosexual.
Poner el grito en el cielo y montar enormes campañas mediáticas por insultos presuntamente racistas, machistas u homófobos, mientras se hace la vista gorda con otro tipo de insultos igualmente hirientes, nos acaba llevando a asumir como sociedad discursos en favor de la discriminación positiva totalmente intolerables.
Francamente deseamos, que también se hable de cerrar estadios y de detenciones cuando un hincha independentista agreda a un hincha español para robar su bandera de España o cuando en Vascongadas se griten consignas favorables a ETA, cuando a Ronaldo le llamen «violador» o a Simeone «cornudo».
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