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Ana era una mujer que no podía tener hijos, por lo que se depr | CASA DE ORACION LONDRES

Ana era una mujer que no podía tener hijos, por lo que se deprimía, lloraba y no comía. En su historia podemos observar el deseo de Ana, el dolor por esta situación y por la falta de comprensión aún de su propio esposo.

“Entonces Elcana su marido le dijo: «Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?». Pero Ana se levantó después de haber comido y bebido estando en Silo, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en la silla junto al poste de la puerta del templo del Señor, ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente. Entonces hizo voto y dijo: «Oh Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de Tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de Tu sierva, sino que das un hijo a Tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida y nunca pasará navaja sobre su cabeza».”
1 Samuel 1:8-11 NBLA

Ante su aflicción, Ana podía haber acudido a muchos lugares, como a brujos o hechiceros, entre otros, pero ella tomó la mejor decisión «correr a Dios».

Ana llevó su dolor a los pies del Señor, con sinceridad y de todo su corazón; buscó ayuda con plena confianza en el lugar y con la persona indicada.

“No tenga a su sierva por mujer indigna. Hasta ahora he estado orando a causa de mi gran congoja y aflicción». «Ve en paz», le respondió Elí, «y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho». «Halle su sierva gracia ante sus ojos», le dijo ella. Entonces la mujer se puso en camino, comió y ya no estaba triste su semblante.”
1 Samuel 1:16-18 NBLA

Ana tenía plena confianza en Dios, ella estaba segura de que su oración había sido escuchada, le entregó sus cargas y pudo descansar de la aflicción, comenzó a comer y ser libre de la tristeza.

En este tipo de situaciones es complicado confiar y esperar en Dios, porque siempre queremos actuar en nuestras fuerzas; sin embargo, la historia de Ana nos enseña una gran lección. A su manera quizá no hubiera logrado mucho, pero recibió el regalo que tanto estaba esperando por acudir al lugar correcto.

Es posible que estés experimentando una aflicción en tu vida y que nadie entienda este dolor, ni siquiera las personas que amas, pero debes recordar que Dios sí.

Te animamos a correr a sus pies, a entregarle tus cargas con todo tu corazón, y a confiar en Él.

En amor,
Raul & Rocio Borboa
CDO LONDRES